domingo, 11 de diciembre de 2016

Enfoques y tendencias del supervisor educativo

Por:  Heriberto Rodríguez Adorno

La sociedad actual en su empeño de tener una dimensión equitativa y desarrollada busca fortalecer la educación como vehículo de progreso.  En este afán, el quehacer educativo exitoso garantiza un ser humano capaz de comprender, actuar y decidir ante las influencias del entorno social en el que se desarrolla.  Sobre el particular, Rodríguez (2011) plantea que:
“Las sociedades modernas, desarrolladas y equitativas tienen como dimensión prioritaria la educación, ya que es donde se integran y relacionan las personas en función de sus necesidades, los requerimientos de los estados y la exigente sociedad del conocimiento y globalizada…”.  (p. 255)
En consecuencia, los sistemas educativos tienen la obligación de aspirar a un proceso pedagógico que contribuya a una educación de calidad a través de estrategias eficaces y vanguardistas.  Por lo tanto, es indispensable que dicho proceso sea guiado por líderes educativos capaces de lograr la visión educacional propuesta.
            Conforme a los enfoques de administración, en este trabajo, el exponente plantea la importancia de conocer, comprender e implantar los nuevos paradigmas y tendencias del proceso de supervisión educativa que respalden la labor del líder educativo.  Cabe destacar que, un entorno social dominado por la globalización requiere de estrategias pedagógicas que atiendan acertadamente dicha influencia.  Los escenarios educativos son los instrumentos para lograr la misión y visión de todo sistema de educación.  En este contexto, Rodríguez (2011) expone que:
“…para cumplir el desafío y la misión que tiene la educación, los centros educativos, como primer eslabón del sistema, adquieren su sentido y definen su misión: difundir los saberes, normas, valores e ideas con los que se pretende modelar la sociedad…”.  (p. 255)
Sin embargo, existen entornos educativos que mantienen una marcada vulnerabilidad que le impide lograr sus metas y objetivos educacionales.  Por lo tanto, dichos centros requieren de herramientas pedagógicas que se adapten a su realidad social, cultural y educativa.  En efecto, necesitan de un proceso de supervisión educativo capaz de atender las necesidades particulares de su alumnado.
            Los nuevos paradigmas y tendencias del proceso de supervisión educativa son herramientas que pretenden buscar solución a los problemas que enfrenta la educación.  Cónsono con este planteamiento, González (2007) expone que:
“Cuando se impulsa la educación también se alcanza el nuevo camino en las organizaciones con miras a garantizar el desarrollo de los procesos en la alta gerencia, cambios y transformaciones dentro de los cuales resalta el acto de supervisar cuya finalidad es contribuir a resolver los problemas del aprendizaje en el sistema educativo”.  (p. 12)
Por ende, los desafíos que enfrenta la educación requieren de un proceso de supervisión efectiva que promuevan las oportunidades de desarrollo, el cambio organizativo y pedagógico.  Además, el líder educativo debe asumir con responsabilidad su desempeño como supervisor para atender con determinación los obstáculos que se presentan en el proceso de enseñanza y aprendizaje.  En síntesis, los nuevos enfoques aspiran a fortalecer los escenarios educativos. 
            Enmarcado en los nuevos paradigmas y tendencias del proceso de supervisión, el exponente a través de su participación en un foro de discusión denominado “Competencias del director escolar” describió las características que debe presentar un líder educativo para ser un supervisor eficaz.  En primer lugar, debe ostentar un estilo de liderazgo auténtico que le permita administrar el escenario educativo enmarcado en los más altos valores de justicia, respeto, tolerancia e igualdad.  De este modo, es indispensable la aceptación de nuevas ideas y la incorporación de distintos enfoques presentados por los componentes escolares para construir un ambiente educativo inclusivo.  Asimismo, es necesario que el líder educativo promueva un proceso de supervisión ético en el que se respete la diversidad y la igualdad como garantía de una educación vanguardista.  Además, el líder educativo debe promover una actitud de cambio en el entorno escolar.  Sin dudas, las influencias sociales requieren un constante cambio de visión que conduce a la búsqueda de nuevas estrategias que atiendan la población estudiantil exitosamente.
            Por otra parte, los líderes educativos requieren de una comunicación efectiva con el supervisado.  Como consecuencia, el líder será capaz de promover el entendimiento, la comprensión y la solución de problemas efectivamente.  De igual manera, le permitirá la búsqueda e implantación de nuevas estrategias educacionales que garanticen un proceso académico exitoso para su alumnado.  Igualmente, el proceso de supervisión requiere del líder la capacidad de trabajar en equipo para una toma de decisiones efectiva.  Las nuevas tendencias y paradigmas del proceso de supervisión plantean la necesidad de que los escenarios educativos promuevan un proceso decisional democrático y participativo.  Es ineludible que todos los componentes en un centro escolar contribuyan al fortalecimiento de los procesos que conduzcan a lograr lo establecido en la visión institucional.  En ese contexto, Rodrigo (2010) plantea que “participar requiere implicarse, formar parte, intervenir en una actividad o proyecto.  La participación significa trabajo en común, protagonizado por colectivos que comparten responsabilidades y trabajos”.  (p. 160)
            Las tendencias en el proceso de supervisión pedagógica inciden en un nuevo rol para el líder educativo.  Sin dudas, presumen la necesidad de establecer un balance entre la atención a los procesos administrativos y pedagógicos.  La permisión de un desbalance en alguna de esas responsabilidades conduce a dilemas educacionales nefastos para el centro educativo.  Por lo tanto, es indispensable que el líder educativo dedique un tiempo balanceado a la atención de asuntos administrativos y pedagógicos para garantizar un clima organizacional adecuado.  Evidentemente, el proceso administrativo de un escenario educativo requiere de la integración del líder para planificar, organizar y ejecutar planes concretos que suponen decisiones en asuntos de índole fiscal, documental, de recursos físicos, entre otros.  Por su parte, la supervisión educativa requiere que el líder se integre activamente al proceso enseñanza y aprendizaje para conocer prioritariamente los elementos pedagógicos que afectan positiva y negativamente su centro escolar.  De esta manera, a través de su integración podrá canalizar concretamente todos los aspectos que puedan impedir un proceso educativo exitoso.  En ese aspecto, Balzán en Rodríguez (2011) plantea que:
“La tarea del líder que supervise y acompañe debe ayudar a los docentes de las escuelas a adquirir conocimientos, habilidades y competencias, desarrollar sus conocimientos, orientar y entender situaciones, y que él entienda y reflexione para que encuentre alternativas de soluciones a los problemas que afecten el desempeño”.  (p. 257)
Ciertamente, la celeridad con que la globalización y otras influencias sociales inciden en la educación requiere de un constante desarrollo profesional del líder educativo.   Efectivamente, para el exponente es indispensable que todo supervisor pedagógico se adiestre periódicamente como herramienta fundamental hacia la aspiración de una educación de calidad.  Cónsono con este planteamiento, Bird, Dunaway, Hancock y Wang (2013) establecen contundentemente que antecediendo a la aspiración de cualquier posición en el sistema educativo se debe desarrollar distintos mecanismos concretos de formación para líderes pedagógicos con el fin de proporcionarles los aspectos fundamentales de un proceso de supervisión efectivo.  Es determinante que el líder educativo promueva un proceso pedagógico enmarcado en la atención a las necesidades del alumnado a través de estrategias vanguardistas.  Más aún, la investigación de Kottkamp y Silverberg (2003) plantea que los líderes educativos deben tener un proceso de formación que les permita enfrentar adecuadamente los retos que conlleva el proceso de supervisión pedagógico.  Los autores destacan a través de su estudio, cuál ha sido la experiencia de profesores universitarios que atienden el proceso de formación sobre liderazgo y revelan la necesidad de crear programas que promuevan el desarrollo de un liderazgo educativo eficaz.  Kottkamp y Silverberg (2003) establecen que las acciones de los líderes educativos cambian hacia un proceso de transformación escolar cuando sus pensamientos e ideas cambian.
Indudablemente, el continuo desarrollo profesional representa una herramienta fundamental para todo supervisor del proceso educativo.  En primer lugar, le garantiza un constante conocimiento sobre los nuevos enfoques pedagógicos para conjugar la aspiración de todo sistema educativo, desarrollar seres humanos íntegros y capaces de enfrentar exitosamente su entorno social.  De igual manera, le permite al líder educativo obtener una perspectiva amplia sobre los constantes cambios que van influenciando en la educación.  Asimismo, dota al supervisor del proceso educativo de estrategias vanguardistas que garantizan una educación de alta calidad.  Finalmente, el continuo desarrollo profesional permite que el líder educativo mantenga un balance sobre su ejecución en los procesos administrativos y pedagógicos para construir un clima organizacional democrático y participativo.  En ese contexto, Mogollón (s. f.) establece que:
“La calidad de la supervisión escolar está orientada a ayudar y asesorar al docente, a ejercer un liderazgo democrático, a establecer fuertes lazos morales con los miembros de la comunidad donde se desenvuelve y a evaluar los resultados de los logros obtenidos en busca de alcanzar en forma efectiva los objetivos propuestos, creando las condiciones adecuadas de acuerdo a las necesidades educativas”.  (p. 1)
Referencias
Bird, J., Dunaway, D., Hancock, D. & Wang, C. (2013).  The superintendent's leadership
role in school improvement: relationships between authenticity and best practices.  Leadership & Policy in Schools.  12(1).  37-59.  Recuperado de https://web-b-ebscohost-com.nuc.idm.oclc.org/ehost/pdfviewer/pdfviewer?sid=40fc7e28-5525-460f-8f35-2ccfdcc74c21%40sessionmgr103&vid=1&hid=116
González, E.  (2007).  Un modelo de supervisión educativa.  Laurus.  13(25).  11-35.
            Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=76111479002
Kottkamp, R.  & Silverberg, R.  (2003).  Leadership preparation reform in first person:
             Making assumptions public.  Leadership and Policy in Schools.  2(4).  299-326.
Recuperado de https://web-a-ebscohost-com.nuc.idm.oclc.org/ehost/pdfviewer/pdfviewer?sid=ee8f55f7-186f-4a82-818c-3ebf5fcc6bad%40sessionmgr4002&vid=1&hid=4104
Mogollón, A.  (s. f.).  Calidad y enfoques de la supervisión.  Recuperado de
            http://servicio.bc.uc.edu.ve/educacion/revista/a2n20/2-20-5.pdf
Rodrigo, V.  (2010).  Hacia una comunidad democrática, abierta y participativa.  CEE
participación educativo.  14.  158-170.  Recuperado de http://www.mecd.gob.es/revista-cee/pdf/n14-rodrigo-lopez.pdf
Rodríguez, G.  (2011).  Funciones y rasgos del liderazgo pedagógico en los centros de
enseñanza.  Educación y educadores.  14(2).  253-267. 
Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=83421404003