Introducción
La
educación a distancia (EaD) se ha proliferado aceleradamente en los últimos
años con innovadoras perspectivas pedagógicas contribuyendo al desarrollo y
formación del ser humano. Este
crecimiento se ha ampliado en diversas áreas debido al auge en las nuevas
tecnologías de información y comunicación y promueve nuevos paradigmas
educativos tomando como base la innovación en la enseñanza y el aprendizaje. De hecho, la EaD considera necesario
construir verdaderas comunidades de aprendizaje virtuales que contribuyan a
garantizar una educación de calidad. Según
Unceta (2008), los escenarios educativos deben aspirar a desarrollar un proceso
educacional congruente con el entorno social que contribuya a una verdadera
transmisión de conocimientos y valores sociales. Por ende, los programas a distancia deben
enmarcarse en canalizar las necesidades de un alumnado que presenta diferentes
realidades en torno a su accesibilidad, tiempo y espacio. Ante esa realidad, Simonson, Smaldino,
Albright y Zvacek en Vela, Ahumada y Guerrero (2015) definen la educación a
distancia como “una educación formal orientada por una institución en la que el
grupo de estudiantes se encuentran distantes y mediante un sistema de
comunicación interactivo, se relacionan estudiantes, profesores y recursos
educativos” (p. 118).
La EaD depende, en gran medida, de
un proceso efectivo de interacción entre distintos componentes y actores
educativos. En este aspecto, Barberá et
al. en Berridi, Martínez y García (2015) plantean que el proceso de interacción
es el conjunto de reacciones interconectadas entre todos los elementos o
personas que forman parte del proceso educativo dirigido a desarrollar el aprendizaje. Por lo cual, la interacción es un elemento
fundamental y es indispensable investigar, entender y conceptualizar los
diferentes procesos que se desarrollan para todo programa a distancia. Además, Friesen y Kuskis (2013) consideran
importante evaluar las concepciones respecto a la relación que debe existir
entre el estudiante y todos los diversos procesos educacionales que se pueden
establecer a través de la EaD. Por lo
tanto, este trabajo se desarrolla a través de una revisión de literatura sobre
las tendencias y problemáticas en la gestión de la interacción en el
aprendizaje a distancia. También, se
presentará algunas perspectivas de interacción en la EaD. Finalmente, el exponente planteará las
conclusiones y recomendaciones sobre el proceso de interacción en el
aprendizaje a distancia.
Interacción entre Estudiante-Docente
El
aula virtual proporciona oportunidades de aprendizaje diversas e interactivas
para los estudiantes. Contrario al
proceso de enseñanza tradicional, en la EaD el docente no es un transmisor
único de información. Actualmente, ante
la difusión de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), se hace
asequible los recursos educativos en bienestar del proceso de enseñanza y
aprendizaje entre el estudiante y el docente. Por consiguiente, el rol del instructor en la
EaD cobra notable relevancia en la interacción con el alumno. De igual manera, es necesario que el
estudiante identifique sus necesidades particulares para ajustar su proceso de
aprendizaje. De acuerdo a la
investigación realizada por Berridi, Martínez y García (2015) la interacción
alumno-docente se caracteriza por servir de dirección y orientación en el
proceso de aprendizaje.
Los programas a distancia promueven
que el estudiante desarrolle una autonomía en el proceso de aprendizaje. En ese sentido, el rol del docente debe ir
dirigido a facilitar que el alumno aprenda y lleve a cabo un pensamiento
crítico-reflexivo sobre el contenido que represente aspectos fundamentales para
desenvolverse en su entorno social (Abarca, 2014). Asimismo, es necesario conocer y entender los
elementos que deben permear en la relación docente-alumno para garantizar un
proceso educacional exitoso. Sobre el
particular, Holmberg en Abarca (2014) propone varios postulados que puntualizan
la importancia de desarrollar la interacción docente-estudiante: 1) la relación entre estos dos componentes
crea una motivación que se refleja en el aprendizaje; 2) el aprendizaje a
distancia se puede beneficiar a través de la retroalimentación del instructor;
3) la relación interpersonal entre alumno-profesor crea una atmósfera efectiva
para el aprendizaje; y 4) la importancia de entablar una planificación y
organización eficaz para que el proceso de enseñanza sea efectivo. Además, la interacción entre estos dos
actores educativos evoluciona en la medida que el instructor presente
características esenciales que propendan una mejor relación educativa. De acuerdo con Abarca (2014), el docente en
la EaD debe desarrollar unas cualidades necesarias tales como: a) capacidad de respetar al alumno; b)
aceptar el alumno; c) ser honrado y auténtico; y d) capacidad de ser empático
con el estudiante.
Por otra parte, Zambrano, Medina y
García (2010) establecen que para sostener una interacción en la EaD es
necesario que los docentes y alumnos presenten distintas competencias. Desde la perspectiva de los autores, los
docentes deben ostentar cinco cualidades que contribuyan a lograr una relación
docente-alumno adecuada: 1) el conocimiento
del modelo educativo para comprender la metodología que se utiliza en el
proceso de enseñanza y así fomentar la confianza de los alumnos; 2) las habilidades
técnicas que permitan manejar adecuadamente las diferentes herramientas
tecnológicas para potencial el aprendizaje; 3) la habilidad de comunicarse en
línea promoviendo un ambiente de cortesía, respeto y manejo adecuado de tiempo;
4) la experiencia con el currículo que le permita presentar el contenido
adecuadamente; y 5) ser un facilitador del aprendizaje virtual a través de la
capacidad de adaptarse a distintos escenarios educativos.
Interacción Estudiante-Estudiante
La interacción de los alumnos es
fundamental en los programas a distancia.
El trabajo colaborativo, la percepción que tiene el estudiante de esta
estrategia y su actitud ante la utilización de herramientas tecnológicas son
aspectos fundamentales en la relación entre alumnos (Cabero, Marín y Sevilla,
2014). En esa dirección, Zambrano,
Medina y García (2010) plantean que una buena interacción entre estudiantes
puede darse a través de la creación de comunidades de conocimientos, la
integración de equipos interdisciplinarios y la participación activa de
proyectos colaborativos. De igual
manera, Gillobón y Contijoch (2005) exponen que una verdadera interacción de
los alumnos debe darse a través de un trabajo educativo personal y de
colaboración con otros estudiantes.
La relación entre estudiantes de
programas a distancia es matizada por diferentes factores que inciden
dramáticamente en el proceso de aprendizaje.
Es necesario comprender que los alumnos, en el aprendizaje en línea,
forman grupos heterogéneos que sostienen diversos intereses, experiencias y
motivaciones implicando la obtención de una comunicación capaz de garantizar un
aprendizaje eficaz (Moreno y Cárdenas, 2012).
Cónsono con este postulado, Pérez (2009) ha planteado que la EaD
fortalece el proceso de aprendizaje a través del establecimiento de relaciones
entre los actores educacionales (alumnos y docentes). Desde el punto de vista de la autora, en la
EaD es indispensable afianzar y definir el proceso de interacción entre los
alumnos durante el proceso educativo.
Un estudio realizado por Hermosillo
y Zavala (2016) refleja que la interacción entre estudiantes es limitada debido
a la constante intervención del docente durante las actividades
sincrónicas. Asimismo, los autores
plantean que, en las tareas asincrónicas realizadas para propósitos de su
investigación, la interacción estudiante-estudiante es limitada aun cuando el
trabajo es catalogado como colaborativo.
En esa dirección, Obis (2014) plantea la necesidad existente de innovar
en el proceso de enseñanza con estrategias que profundicen el aprendizaje del
alumno a través de la relación entre todos los actores educativos. Su investigación revela que el trabajo
colaborativo entre alumnos conduce a un aprendizaje efectivo.
Interacción Estudiante-Contenido
La efectividad del aprendizaje en la
EaD está estrechamente vinculada a la pertenencia del contenido que se quiere
enseñar para el alumno. En ese sentido,
Oyeleke, Olugbenga, Oluwayemi y Sunday (2015) puntualizan que el diseño del
contenido de un programa virtual debe estar dirigido a la necesidad que
presenta el estudiante. Además,
establecen que las plataformas digitales denominadas “Learning Management System” (LMS), permiten llevar a cabo el
proceso de enseñanza y aprendizaje de manera efectiva siempre y cuando sean de
fácil utilidad y atractivas en su diseño.
Por consiguiente, la interacción del estudiante con el contenido es
fundamental para garantizar un quehacer educativo exitoso en un programa a
distancia.
Desde la perspectiva de Nasta (s.
f.), la interacción alumno-contenido se relaciona con el diseño instruccional,
los objetivos del proceso de aprendizaje y los contenidos abiertos. La autora plantea que la interacción debe
dirigirse a varios aspectos determinantes para el proceso de enseñanza: 1) aprendizaje significativo que considere
las experiencias previas del estudiante; 2) aprendizaje personal que atienda
las necesidades del alumno; 3) aprendizaje contextual para cumplir con los
objetivos del curso o programa a distancia; y 4) aprendizaje integral enfocado
en las competencias cognitivas (actitudes, valores y conocimientos). Por su parte, Zapata (2015) puntualiza que la
interacción estudiante-contenido es “…la manera como el estudiante interactúa
con los contenidos de aprendizaje para procesarlos y aplicarlos desde su
experiencia y contexto, y establece un diálogo cognitivo entre sus experiencias
y los nuevos aprendizajes”. (p. 2) En este aspecto, se hace necesario los elementos
de motivación, pertenencia y desarrollo del pensamiento crítico y reflexivo que
propendan una relación vinculante del aprendiz con el contenido del curso o
programa a distancia (Oyeleke et al., 2015).
López, Bramati, Rosanigo, Bramati y
Torrent (2014) establecen que la interacción alumno-contenido supone una
disciplina por parte del aprendiz que le permita adaptar sus capacidades y
destrezas de aprender de manera autónoma, colaborativa y cooperativa. Por ende, es necesario un diseño
instruccional atractivo para el alumno que contribuya a lograr una verdadera
interacción con el contenido. En la
medida que el diseño instruccional de un programa a distancia propenda cubrir
las necesidades del estudiante, la interacción de éste con el contenido será
para enriquecer su conocimiento (Cooperberg, s. f.). Además, el autor enfatiza en la relevancia
que cobrará el diseño instruccional en cuanto a la interacción con el contenido
aduciendo que el alumno lleve a cabo un proceso efectivo de aprendizaje con los
elementos de comprensión, disciplina y transdiciplinario.
Conclusiones y Recomendaciones
De la revisión de literatura
realizada para este trabajo se puede concluir que los programas a distancia
requieren de una interacción entre los distintos elementos y aspectos
educativos para lograr un aprendizaje eficaz.
La interacción en un programa a distancia debe estar vinculada
estrechamente a la concepción y práctica de comunicación asumida por la
institución (Vela, Ahumada y Guerrero, 2015).
Los distintos procesos de interacción puntualizan las distintas
vertientes existentes que ocurren en el proceso educativo a distancia. Desde esta perspectiva, es indispensable
enfatizar que la interacción docente-alumno permite sostener una relación de
aprendizaje a través de un proceso efectivo de dirección y orientación hacia
los objetivos del curso o programa. A su
vez, la relación estudiante-estudiante busca ampliar las bases para garantizar
un proceso educacional colaborativo motivado por el intercambio de ideas entre
pares de manera voluntaria y espontánea.
Finalmente, es necesario concluir que la interacción aprendiz-contenido
se cataloga como el elemento fundamental del proceso educativo a distancia
utilizando las TIC como herramientas para realizarlo efectivamente. Desde el punto de vista de Vela, Ahumada y
Guerrero (2015), los medios y las herramientas que se utilicen durante el
proceso educacional a distancia deben contribuir a facilitar una interacción
social que se dirija a un aprendizaje eficaz.
El proceso de aprendizaje en la EaD
depende, en gran medida, del sostenimiento de la relación entre alumnos,
docentes y el contenido de los programas.
Como parte de este trabajo, el exponente plantea varias recomendaciones
esenciales que buscan afianzar la interacción entre estos componentes. En primer lugar, es necesario acoger los
planteamientos de Oyeleke et. al. (2015)
sobre la importancia de desarrollar contenidos educacionales cónsonos con las
necesidades del alumnado. En la medida
que el elemento motivacional esté presente durante el proceso de aprendizaje,
el alumno sostendrá una interacción efectiva que contribuirá a su formación y
desarrollo cognitivo. Asimismo, el rol
del docente en la EaD ha cambiado de ser un transmisor de información a convertirse
en un facilitador del proceso de aprendizaje del alumno a través de la
retroalimentación. Es ineludible que el
docente esté inmerso en un continuo proceso de formación que canalice su
desarrollo profesional y educativo con nuevas estrategias de enseñanza. Además, el proceso de aprendizaje continuo en
el docente permite el desarrollo de sus capacidades como instructor en los
programas a distancia, tales como:
empatía, honradez, permisible a nuevos conocimientos y dominio de las herramientas
tecnológicas.
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