domingo, 11 de diciembre de 2016

Enfoques y tendencias del supervisor educativo

Por:  Heriberto Rodríguez Adorno

La sociedad actual en su empeño de tener una dimensión equitativa y desarrollada busca fortalecer la educación como vehículo de progreso.  En este afán, el quehacer educativo exitoso garantiza un ser humano capaz de comprender, actuar y decidir ante las influencias del entorno social en el que se desarrolla.  Sobre el particular, Rodríguez (2011) plantea que:
“Las sociedades modernas, desarrolladas y equitativas tienen como dimensión prioritaria la educación, ya que es donde se integran y relacionan las personas en función de sus necesidades, los requerimientos de los estados y la exigente sociedad del conocimiento y globalizada…”.  (p. 255)
En consecuencia, los sistemas educativos tienen la obligación de aspirar a un proceso pedagógico que contribuya a una educación de calidad a través de estrategias eficaces y vanguardistas.  Por lo tanto, es indispensable que dicho proceso sea guiado por líderes educativos capaces de lograr la visión educacional propuesta.
            Conforme a los enfoques de administración, en este trabajo, el exponente plantea la importancia de conocer, comprender e implantar los nuevos paradigmas y tendencias del proceso de supervisión educativa que respalden la labor del líder educativo.  Cabe destacar que, un entorno social dominado por la globalización requiere de estrategias pedagógicas que atiendan acertadamente dicha influencia.  Los escenarios educativos son los instrumentos para lograr la misión y visión de todo sistema de educación.  En este contexto, Rodríguez (2011) expone que:
“…para cumplir el desafío y la misión que tiene la educación, los centros educativos, como primer eslabón del sistema, adquieren su sentido y definen su misión: difundir los saberes, normas, valores e ideas con los que se pretende modelar la sociedad…”.  (p. 255)
Sin embargo, existen entornos educativos que mantienen una marcada vulnerabilidad que le impide lograr sus metas y objetivos educacionales.  Por lo tanto, dichos centros requieren de herramientas pedagógicas que se adapten a su realidad social, cultural y educativa.  En efecto, necesitan de un proceso de supervisión educativo capaz de atender las necesidades particulares de su alumnado.
            Los nuevos paradigmas y tendencias del proceso de supervisión educativa son herramientas que pretenden buscar solución a los problemas que enfrenta la educación.  Cónsono con este planteamiento, González (2007) expone que:
“Cuando se impulsa la educación también se alcanza el nuevo camino en las organizaciones con miras a garantizar el desarrollo de los procesos en la alta gerencia, cambios y transformaciones dentro de los cuales resalta el acto de supervisar cuya finalidad es contribuir a resolver los problemas del aprendizaje en el sistema educativo”.  (p. 12)
Por ende, los desafíos que enfrenta la educación requieren de un proceso de supervisión efectiva que promuevan las oportunidades de desarrollo, el cambio organizativo y pedagógico.  Además, el líder educativo debe asumir con responsabilidad su desempeño como supervisor para atender con determinación los obstáculos que se presentan en el proceso de enseñanza y aprendizaje.  En síntesis, los nuevos enfoques aspiran a fortalecer los escenarios educativos. 
            Enmarcado en los nuevos paradigmas y tendencias del proceso de supervisión, el exponente a través de su participación en un foro de discusión denominado “Competencias del director escolar” describió las características que debe presentar un líder educativo para ser un supervisor eficaz.  En primer lugar, debe ostentar un estilo de liderazgo auténtico que le permita administrar el escenario educativo enmarcado en los más altos valores de justicia, respeto, tolerancia e igualdad.  De este modo, es indispensable la aceptación de nuevas ideas y la incorporación de distintos enfoques presentados por los componentes escolares para construir un ambiente educativo inclusivo.  Asimismo, es necesario que el líder educativo promueva un proceso de supervisión ético en el que se respete la diversidad y la igualdad como garantía de una educación vanguardista.  Además, el líder educativo debe promover una actitud de cambio en el entorno escolar.  Sin dudas, las influencias sociales requieren un constante cambio de visión que conduce a la búsqueda de nuevas estrategias que atiendan la población estudiantil exitosamente.
            Por otra parte, los líderes educativos requieren de una comunicación efectiva con el supervisado.  Como consecuencia, el líder será capaz de promover el entendimiento, la comprensión y la solución de problemas efectivamente.  De igual manera, le permitirá la búsqueda e implantación de nuevas estrategias educacionales que garanticen un proceso académico exitoso para su alumnado.  Igualmente, el proceso de supervisión requiere del líder la capacidad de trabajar en equipo para una toma de decisiones efectiva.  Las nuevas tendencias y paradigmas del proceso de supervisión plantean la necesidad de que los escenarios educativos promuevan un proceso decisional democrático y participativo.  Es ineludible que todos los componentes en un centro escolar contribuyan al fortalecimiento de los procesos que conduzcan a lograr lo establecido en la visión institucional.  En ese contexto, Rodrigo (2010) plantea que “participar requiere implicarse, formar parte, intervenir en una actividad o proyecto.  La participación significa trabajo en común, protagonizado por colectivos que comparten responsabilidades y trabajos”.  (p. 160)
            Las tendencias en el proceso de supervisión pedagógica inciden en un nuevo rol para el líder educativo.  Sin dudas, presumen la necesidad de establecer un balance entre la atención a los procesos administrativos y pedagógicos.  La permisión de un desbalance en alguna de esas responsabilidades conduce a dilemas educacionales nefastos para el centro educativo.  Por lo tanto, es indispensable que el líder educativo dedique un tiempo balanceado a la atención de asuntos administrativos y pedagógicos para garantizar un clima organizacional adecuado.  Evidentemente, el proceso administrativo de un escenario educativo requiere de la integración del líder para planificar, organizar y ejecutar planes concretos que suponen decisiones en asuntos de índole fiscal, documental, de recursos físicos, entre otros.  Por su parte, la supervisión educativa requiere que el líder se integre activamente al proceso enseñanza y aprendizaje para conocer prioritariamente los elementos pedagógicos que afectan positiva y negativamente su centro escolar.  De esta manera, a través de su integración podrá canalizar concretamente todos los aspectos que puedan impedir un proceso educativo exitoso.  En ese aspecto, Balzán en Rodríguez (2011) plantea que:
“La tarea del líder que supervise y acompañe debe ayudar a los docentes de las escuelas a adquirir conocimientos, habilidades y competencias, desarrollar sus conocimientos, orientar y entender situaciones, y que él entienda y reflexione para que encuentre alternativas de soluciones a los problemas que afecten el desempeño”.  (p. 257)
Ciertamente, la celeridad con que la globalización y otras influencias sociales inciden en la educación requiere de un constante desarrollo profesional del líder educativo.   Efectivamente, para el exponente es indispensable que todo supervisor pedagógico se adiestre periódicamente como herramienta fundamental hacia la aspiración de una educación de calidad.  Cónsono con este planteamiento, Bird, Dunaway, Hancock y Wang (2013) establecen contundentemente que antecediendo a la aspiración de cualquier posición en el sistema educativo se debe desarrollar distintos mecanismos concretos de formación para líderes pedagógicos con el fin de proporcionarles los aspectos fundamentales de un proceso de supervisión efectivo.  Es determinante que el líder educativo promueva un proceso pedagógico enmarcado en la atención a las necesidades del alumnado a través de estrategias vanguardistas.  Más aún, la investigación de Kottkamp y Silverberg (2003) plantea que los líderes educativos deben tener un proceso de formación que les permita enfrentar adecuadamente los retos que conlleva el proceso de supervisión pedagógico.  Los autores destacan a través de su estudio, cuál ha sido la experiencia de profesores universitarios que atienden el proceso de formación sobre liderazgo y revelan la necesidad de crear programas que promuevan el desarrollo de un liderazgo educativo eficaz.  Kottkamp y Silverberg (2003) establecen que las acciones de los líderes educativos cambian hacia un proceso de transformación escolar cuando sus pensamientos e ideas cambian.
Indudablemente, el continuo desarrollo profesional representa una herramienta fundamental para todo supervisor del proceso educativo.  En primer lugar, le garantiza un constante conocimiento sobre los nuevos enfoques pedagógicos para conjugar la aspiración de todo sistema educativo, desarrollar seres humanos íntegros y capaces de enfrentar exitosamente su entorno social.  De igual manera, le permite al líder educativo obtener una perspectiva amplia sobre los constantes cambios que van influenciando en la educación.  Asimismo, dota al supervisor del proceso educativo de estrategias vanguardistas que garantizan una educación de alta calidad.  Finalmente, el continuo desarrollo profesional permite que el líder educativo mantenga un balance sobre su ejecución en los procesos administrativos y pedagógicos para construir un clima organizacional democrático y participativo.  En ese contexto, Mogollón (s. f.) establece que:
“La calidad de la supervisión escolar está orientada a ayudar y asesorar al docente, a ejercer un liderazgo democrático, a establecer fuertes lazos morales con los miembros de la comunidad donde se desenvuelve y a evaluar los resultados de los logros obtenidos en busca de alcanzar en forma efectiva los objetivos propuestos, creando las condiciones adecuadas de acuerdo a las necesidades educativas”.  (p. 1)
Referencias
Bird, J., Dunaway, D., Hancock, D. & Wang, C. (2013).  The superintendent's leadership
role in school improvement: relationships between authenticity and best practices.  Leadership & Policy in Schools.  12(1).  37-59.  Recuperado de https://web-b-ebscohost-com.nuc.idm.oclc.org/ehost/pdfviewer/pdfviewer?sid=40fc7e28-5525-460f-8f35-2ccfdcc74c21%40sessionmgr103&vid=1&hid=116
González, E.  (2007).  Un modelo de supervisión educativa.  Laurus.  13(25).  11-35.
            Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=76111479002
Kottkamp, R.  & Silverberg, R.  (2003).  Leadership preparation reform in first person:
             Making assumptions public.  Leadership and Policy in Schools.  2(4).  299-326.
Recuperado de https://web-a-ebscohost-com.nuc.idm.oclc.org/ehost/pdfviewer/pdfviewer?sid=ee8f55f7-186f-4a82-818c-3ebf5fcc6bad%40sessionmgr4002&vid=1&hid=4104
Mogollón, A.  (s. f.).  Calidad y enfoques de la supervisión.  Recuperado de
            http://servicio.bc.uc.edu.ve/educacion/revista/a2n20/2-20-5.pdf
Rodrigo, V.  (2010).  Hacia una comunidad democrática, abierta y participativa.  CEE
participación educativo.  14.  158-170.  Recuperado de http://www.mecd.gob.es/revista-cee/pdf/n14-rodrigo-lopez.pdf
Rodríguez, G.  (2011).  Funciones y rasgos del liderazgo pedagógico en los centros de
enseñanza.  Educación y educadores.  14(2).  253-267. 
Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=83421404003


domingo, 13 de noviembre de 2016

El manejo efectivo de la inteligencia cultural para el líder educativo

Por:  Heriberto Rodríguez Adorno

            La educación vanguardista requiere de nuevos enfoques y estrategias que garanticen la inclusión como elemento fundamental para lograr un ser humano capaz de responder asertivamente a su entorno social.  En la función social radica la responsabilidad de atender con efectividad la diversidad cultural que ha ido creciendo aceleradamente en los ambientes educativos.  En ese sentido, se hace necesario reflexionar el rol de cada sistema educativo, escuela, educador y líder escolar en vías de lograr un quehacer educativo inclusivo.  Sobre el particular, Rodríguez (2004) plantea que “la amplia variedad de alumnos, estilos y ritmos de aprendizaje, diferentes niveles de intereses y motivaciones han puesto de manifiesto la necesidad de repensar la escuela tanto desde aspectos organizativos como curriculares”.  (p. 21)  Evidentemente, los constantes cambios sociales inciden dramáticamente en los sistemas educativos y se necesitan estrategias que contribuyan a enfrentarlos eficazmente.
            El rol del líder educativo es fundamental en la aspiración de cada contexto escolar de lograr una educación de calidad.  Por ende, a través de este trabajo se presenta la importancia de ostentar una inteligencia cultural que permita trabajar efectivamente con la diversidad existente en cada institución educativa.  De igual manera, se aborda, desde la perspectiva del exponente, cuál es el manejo efectivo de los componentes de la inteligencia cultural para el líder educativo.  Sin dudas, los retos que enfrentan los entornos escolares respecto a la diversidad escolar requieren de componentes educativos comprometidos y dedicados a salvaguardar la educación sin ningún tipo de discriminación.  Asimismo, el exponente presentará tres estrategias en los procesos de liderazgo que permitan trabajar el impacto que la diversidad ejerce en las instituciones educativas.
            El manejo efectivo de los componentes de la inteligencia cultural es esencial para lograr una educación vanguardista.  En ese sentido, el rol del líder educativo es determinante para fomentar un ambiente inclusivo en la institución escolar.  Por ende, se hace imperante conocer algunos de los componentes de la inteligencia cultural para concretar todo plan estratégico que contribuya a un mejor aprovechamiento académico.  En ese aspecto, el líder educativo actual debe poseer la capacidad y las habilidades necesarias para adaptarse y liderar eficazmente un entorno escolar que presente como característica, la diversidad.  En ese contexto, Las Heras y Teen (2010) definen inteligencia cultural como “la capacidad de entender a otros, de hacerse entender y de entender el modo adecuado de colaborar junto a personas de culturas diferentes”.  (p. 30)  Por su parte, Livermore (2012) plantea que la inteligencia cultural es “la capacidad para funcionar con eficacia en cualquier nacional, étnica y organizativa”.  (p. 3)
            En efecto, es indispensable que el líder educativo ostente una inteligencia cultural que le permita llevar a cabo su labor exitosamente cuando se enfrente a contextos escolares diversos.  Por lo tanto, es fundamental aplicar distintos componentes de la inteligencia cultural para lograr una escuela inclusiva.  En primer lugar, es necesario que el líder educativo promueva una sensibilidad de comprensión hacia los que forman parte del entorno escolar y presentan características culturales diferentes.  De igual manera, la aplicación de una comunicación efectiva como componente de la inteligencia cultural, provee el entendimiento entre todos los componentes escolares y contribuye a lograr las metas institucionales en un ambiente de armonía, respeto y tolerancia.  Asimismo, el estilo de liderazgo es un componente básico de la inteligencia cultural.  Sin dudas, el líder educativo debe liderar la institución escolar enmarcado en los más altos estándares éticos.  Más aún, debe promover una toma de decisiones democrática y participativa que permita crear un clima organizacional pertinente a todos los actores educativos.
            Para trabajar con el impacto de la diversidad en un centro escolar se presentan tres estrategias que todo líder educativo puede implantar desde los procesos de liderazgo.  En primer lugar, es necesario lograr la adaptabilidad curricular a las necesidades particulares de la institución educativa.  En ese contexto, Poblete (2003) plantea que “…lo que hace una escuela plural y democrática es abrirse institucional, organizativa y curricularmente hacia las diversas formas culturales y de socialización que caracterizan a sus estudiantes, docentes y el entorno donde su ubica…”.  (p. 186)  Cabe señalar, que cada institución educativa debe procurar el establecimiento de nuevos enfoques curriculares que sean culturalmente pertinentes al alumnado.  Cónsono con los planteamientos sobre el currículo y la importancia de su adaptación a la realidad de la escuela, Duk y Loren (2010) exponen que “…para el diseño y puesta en marcha de los procesos educativos, el currículum debe ser concebido como un instrumento para asegurar la igualdad de oportunidades”.  (p. 188)
            La segunda estrategia es la creación de un grupo multidisciplinario en la institución que procure garantizar un proceso educativo inclusivo.  En ese contexto, este equipo debe estar compuesto por el director escolar, el trabajador social, orientador u otro personal de apoyo y un miembro de la comunidad.  Esta estrategia va dirigida a establecer una planificación que guíe el desarrollo profesional del recurso docente sobre la inclusión en el aula.  Asimismo, atenderá las deficiencias en el aprovechamiento académico de estudiantes por razones culturales y reforzará el manejo pedagógico.  Dicha atención estará enmarcada en la solución de este dilema académico a través de la integración de especialistas profesionales en distintas áreas, el contacto directo con los encargados de los estudiantes, el seguimiento con los docentes, entre otros.  Además, este equipo multidisciplinario fomentará distintas actividades que provean espacio para la integración de todos los componentes escolares.
            Por otra parte, la tercera estrategia desde de perspectiva de los procesos de liderazgo para el manejo efectivo de un ambiente educativo diverso, va dirigida a promover una actitud de cambio en el docente.  Evidentemente, la relación alumno-maestro constituye el eje central de todo sistema educativo.  Por ende, es indispensable que el docente ostente una actitud de cambio ante las nuevas tendencias sociales que influyen en la institución a la que pertenecen.  En ese aspecto, Acosta (2000) establece claramente que “el maestro, como agente de cambio constructivo, tiene la responsabilidad de dirigir los esfuerzos del sistema hacia el logro de un aprendizaje eficaz en los estudiantes”.  (p. 88)  Ante esa realidad, el líder educativo debe garantizar un proceso de supervisión efectivo dirigido a ampliar las habilidades, capacidades y herramientas del proceso de enseñanza en los docentes.  Por lo tanto, debe llevar a cabo un estudio de necesidades minucioso sobre las debilidades que presentan los maestros en las distintas áreas académicas.  A su vez, debe complementarse con un plan de trabajo detallado que recoja un amplio proceso de desarrollo profesional que contribuya a un proceso de enseñanza y aprendizaje inclusivo.
            Ciertamente, impulsar las estrategias de manejo efectivo de los componentes de la inteligencia cultural como líder educativo de un centro escolar requiere un compromiso inquebrantable con la educación.  En esencia, el estilo de liderazgo es primordial para aunar esfuerzos y garantizar un ambiente inclusivo en la institución.  En ese sentido, el clima organizacional debe estar cimentado en un proceso participativo en el que todos los componentes se involucren en las decisiones de la escuela.  Asimismo, el líder educativo debe envolverse en un continuo desarrollo profesional que le permita conocer, comprender y actuar eficazmente ante las constantes influencias que ejerce el contexto social en la institución.  De igual manera, su labor debe estar enmarcada en los valores de integridad, justicia, respeto, tolerancia e igualdad.  Además, es indispensable articular una visión inclusiva que brinde dirección a la escuela y posteriormente promoverla para crear pertinencia en todos los componentes educativos.
            Finalmente, a modo de reflexión, toda institución educativa debe procurar un proceso de enseñanza y aprendizaje inclusivo.  En ese aspecto, la labor y el compromiso genuino del líder educativo es determinante para garantizar una educación de calidad.  La buena disposición del líder en atender un entorno escolar diverso debe estar promovida por la garantía de lograr un ser humano integral y responsivo a las exigencias del contexto social.  Sobre el particular, Tuleja (2014) plantea que el desarrollo de la competencia intercultural para beneficio de los estudiantes debe pasar del simple hecho de tener el conocimiento hacia lograr una adecuada atención sobre lo que afecta el comportamientoAsimismo, un ambiente educativo inclusivo posee como elementos claves una visión institucional respaldada por todos los componentes.  En consecuencia, se involucra activamente un líder educativo con la capacidad y el liderazgo para fomentar un clima participativo y una planificación estratégica que establezca las metas y objetivos educacionales.

Referencias

Acosta, J.  (2000).  Modelos, enfoques y estrategias de supervisión educativa.  San Juan, PR:  Publicaciones Yuquiyú.

Duk, C.  & Loren, C.  (2010).  Flexibilización del currículum para atender la diversidad.
Revista Internacional de Educación para la Justicia Social.  4(1).  187-210.  Recuperado de http://www.rinace.net/rlei/numeros/vol4-num1/art9.pdf

Las Heras, M.  & Teen, Y.  (2010).  Inteligencia cultural para el líder del futuro.  Revista de
Antiguos Alumnos.  119.  28-30.  Recuperado de  http://www.iese.edu/research/pdfs/art-1883.pdf

Livermore, D.  (2012).  Liderar con inteligencia cultural:  El nuevo secreto para el éxito.
Nashville, TN:  Grupo Nelson.

Poblete, R.  (2003).  Educación Intercultural en la Escuela de Hoy: reformas y desafíos para
su implementación.  Revista Internacional de Educación para la Justicia Social.  3(2).  181-200.  Recuperado de http://www.rinace.net/rlei/numeros/vol3-num2/art11.pdf

Rodríguez, R.  (2004).  Atención a la diversidad cultural en la escuela.  Propuestas de
intervención socioeducativa.  Educación y futuro:  revista de investigación aplicada y experiencias educativas.  10.  21-30.  Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/buscar/documentos?querysDismax.DOCUMENTAL_TODO=Atenci%C3%B3n+a+la+diversidad+cultural+en+la+escuela.++Propuestas+de+intervenci%C3%B3n+socioeducativa

Tuleja, E.  (2014).  Developing cultural intelligence for global leadership through
mindfulness.  Journal of Teaching in International Business.  25(1).  5-24.  Recuperado de https://web-b-ebscohost-com.nuc.idm.oclc.org/ehost/pdfviewer/pdfviewer?sid=aa33f02b-dd3f-444c-9c6c-26b4048a1f8d%40sessionmgr101&vid=1&hid=102


jueves, 30 de junio de 2016

El impacto de la toma de decisiones por un líder educativo

Por:  Heriberto Rodríguez Adorno

Una toma de decisiones efectiva requiere de un estilo de liderazgo eficaz con la capacidad de lograr las metas y objetivos propuestos en un escenario educativo.  Por lo tanto, es necesario que el líder educativo conozca las distintas perspectivas, modelos y teorías sobre la toma de decisiones.  Según Lorenzo (2005) “el liderazgo de la institución es el que imprime un carácter específico a cada etapa, cada líder marca una imagen de la institución, imprime un estilo propio de funcionamiento”.  (p. 368)  Cada entorno escolar reúne cualidades y demuestra debilidades que deben formar parte del proceso decisional.  Por ende, es indispensable crear ambientes escolares democráticos y participativos en el que todos los protagonistas del quehacer educativo aborden un sentido de pertinencia por una educación de calidad.  Además, es necesario reflexionar sobre la necesidad de crear escuelas con perspectivas diferentes en su función social de desarrollar un ser humano integral y presto para responder a su entorno social.  En ese contexto, Bolívar (2010) plantea que “la capacidad para mejorar de un centro escolar depende, de manera relevante, de equipos directivos con liderazgo que contribuyan a dinamizar, apoyar y animar que aprenda a desarrollarse, contribuyendo a construir la capacidad interna de mejora”.  (p. 2)
            El artículo “La toma de decisiones en los contextos escolares colaborativos” expone con profundidad la importancia de tener una formación democrática en los entornos educativos.  De igual manera, presenta el concepto “escuela colaborativa” como una forma de gobernanza democrática y participativa de todos los componentes escolares.  Rodríguez (1996) define colaboración como “un proceso establecido entre los participantes, tendente a analizar el tipo de relaciones generadas en la escuela y entre ésta y su entorno más próximo, la familia y las instituciones sociales”.  (p. 250)  También, el artículo plantea que la escuela debe promover los valores de interdependencia, apertura, comunicación, autorregulación y autonomía.  La autora expone que en una escuela democrática, los estudiantes deben tomar decisiones para la solución de dilemas y acciones reales.
            De acuerdo a Rodríguez (1996), existe una necesidad de que los contextos educativos valoren las relaciones interpersonales y colectivas.  Por consiguiente, la autora plantea la necesidad de crear la escuela como una “comunidad justa” en la que sus componentes sean valorados en el proceso de toma de decisiones.  Asimismo, el artículo presenta la adopción de roles como una concepción que debe predominar en la escuela porque permite el intercambio de perspectivas.  Además, Rodríguez (1996) indica que la familia tiene un rol determinante en los entornos escolares, porque la disposición de los padres en valorar el diálogo, facilita el proceso de toma de decisiones.  La autora concluye que es indispensable crear una escuela como “comunidad justa” que promueva la democracia y la participación de todos los componentes escolares.
            El artículo pretende demostrar la importancia de desarrollar entornos escolares democráticos y participativos.  Rodríguez (1996) plantea que los componentes escolares participan del proceso decisional buscando crear una comunidad de aprendizaje justa.  En ese aspecto, el estilo de liderazgo es esencial para lograr la eficacia de un centro educativo.  El líder educativo debe ostentar un estilo de liderazgo eficaz que permita una sana convivencia escolar y así garantizar un proceso enseñanza-aprendizaje exitoso.  En este aspecto, Bolívar (2010) indica que “la creación de un ambiente y de unas condiciones de trabajo que favorezcan a su vez un buen trabajo en las aulas es algo que depende de los equipos directivos”.  (p. 4)  Sin dudas, la capacidad del líder de influenciar en los miembros de la organización es determinante para lograr las metas institucionales.
            Ciertamente, existen distintas teorías de liderazgo.  En ese contexto, la teoría de liderazgo transformacional promueve un clima organizacional motivador a través de un empleado que puede aportar ideas para mejorar los procesos en la institución.  Esta teoría de liderazgo sitúa al trabajador como parte del éxito de la organización.  En consecuencia, para el liderazgo transformacional el trabajador se trata como persona y no como un instrumento.  De este modo, los objetivos y las metas se formulan a largo plazo.  En adición, el líder es ejemplo a seguir y la organización promueve un aprendizaje común entre sus miembros.  Por su parte, entre las desventajas que presenta el liderazgo transformacional se pueden destacar:  a)  los resultados se pueden palpar a largo plazo; b)  no es un estilo de liderazgo apto para todos los líderes; y c)  asume que el trabajador está motivado.  Sin dudas, el líder transformador puede esperar un mejor trabajo de sus empleados y crear un sentido de pertinencia en la labor que realiza.  En ese sentido, su ejemplo profesional le permite ostentar un carisma personal necesario para lograr las metas institucionales.  Vázquez (2013) puntualiza que “el líder transformacional provee cambio y movimiento a la organización; por ello debe tener una clara visión de las metas a alcanzar para guiar a la institución en nuevas direcciones”.  (p. 82)
            Por su parte, otra teoría de liderazgo es la transaccional.  Establece premios de acuerdo al rendimiento de los empleados.  De igual forma, enfatiza en el compromiso mutuo de la organización y los seguidores.  En el liderazgo transaccional es importante el valor cuantitativo de los resultados y está enfocado en los objetivos.  Igualmente, el trabajo es valorado y remunerado.  Entre las desventajas que presenta se destacan:  a)  es efectivo mientras dura el intercambio entre la organización y los miembros; b)  el líder es un ente pasivo que sólo actúa cuando no se obtiene los resultados; y c)  la relación entre el líder y trabajador es impersonal.  Contreras y Barbosa (2013) señalan que el líder transaccional “planea y genera las estrategias para garantizar el cumplimiento de los procesos que llevarán al resultado deseado”.  (p. 159)
            El exponente considera que a raíz del análisis de las teorías de liderazgo transformacional y transaccional se puede concluir que ambas promueven características indispensables para una toma de decisiones eficaz.  Ambos estilos de liderazgo presentan alternativas complementarias para atender con éxito las distintas situaciones o dilemas organizacionales.  En ese contexto, Almirón, Tikhomirova, Casandra y García (2015) plantean que:
“…lo ideal es implementar ambos tipos de liderazgo (transaccional y transformacional), haciendo referencia a cada uno de ellos dependiendo de los propósitos de la organización; debiendo considerar la funcionalidad que cada estilo conlleva, aplicando uno u otro, en mayor o menor medida puede ser lo más efectivo para la organización, debido a que ésta no se debe centrar únicamente en los propósitos de uno de ellos, así intercalando ambos se podría lograr, con más eficacia, los objetivos individuales y colectivos en las organizaciones”.  (p. 26)
            El artículo expone la necesidad de poseer entornos escolares enfocados en la toma de decisiones que promuevan un clima educativo enmarcado en la justicia, la tolerancia, el respeto y la inclusión.  Rodríguez (1999) plantea la importancia que tiene la integración de todos los componentes escolares para lograr las metas institucionales.  También, expone que es indispensable crear en el alumnado un sentido de responsabilidad para la toma de decisiones, valorar la perspectiva de otros y utilizar el diálogo como herramienta eficaz en su convivencia social.  Sin dudas, existe una necesidad de crear en el alumnado una valoración moral al momento de resolver dilemas o conflictos para lograr un ser humano íntegro.  Cónsono con lo expuesto, Lazarte (2005) destaca que “una característica de la comunidad justa es que la vida de la escuela gira en torno al consenso”.  (p. 139)
            La toma de decisiones en los escenarios educativos es determinante para una educación vanguardista.  Por tal razón, el exponente concurre con los planteamientos del artículo.  Evidentemente, es necesario lograr entornos escolares colaborativos en los que todos los componentes educativos sientan la responsabilidad de formar parte en la creación de un clima organizacional justo e inclusivo.  Por ende, es indispensable concienciar en los centros docentes sobre la importancia de una toma de decisiones compartida y colaborativa.  Indudablemente, un clima educativo que involucre a todos en la solución de problemas, la búsqueda de nuevas alternativas educativas y el desarrollo de un ser humano íntegro, promueven el sentido de pertinencia y el éxito escolar.  Conforme con este planteamiento, Zorrilla (2008) expone que:
“...se tiende a asociar toma de decisiones con los niveles superiores de autoridad que correspondan en cada país o región a la estructura de su sistema educativo.  Sin negar la especificidad de la toma de decisiones en este nivel, no podemos olvidar que existen otros niveles de toma de decisiones cuyo impacto en el aseguramiento del derecho a la educación de calidad para todos es innegable”.  (p. 135)
            Todo escenario educativo requiere que su líder modele y ostente un estilo de liderazgo eficaz.  Las teorías de liderazgo transaccional y transformacional presentan características que un líder educativo puede implantar para un entorno escolar exitoso.  En primer lugar, el líder educativo debe involucrar a todo el personal escolar en la solución de problemas a través de un amplio proceso participativo y democrático en la toma de decisiones.  En ese sentido, la teoría de liderazgo transformacional plantea la importancia que los miembros de la organización se sientan parte del proceso decisional y su motivación es un factor determinante en el desempeño institucional.  Por su parte, Figuerola (2011) expresa que el liderazgo transformacional “opera con la base de cambiar la motivación regular basada solamente en la recompensa para llevarla al compromiso con las metas, las personas y la organización”.  (p. 2)
 Asimismo, el líder educativo debe procurar la disciplina en el logro de las metas y objetivos propuestos en la institución.  Desde esta perspectiva, la teoría de liderazgo transaccional plantea que toda organización debe enfocar sus esfuerzos en el logro de metas y objetivos con sentido de dirección.  En este aspecto, Figuerola (2011) revela que “los líderes transaccionales se concentran en el presente y son muy buenos para conseguir que la organización funcione sin problemas y con eficiencia”.  (p. 2) De igual manera, tal como expone la teoría transaccional, la planificación y el enfoque en el logro de las metas y objetivos garantizan un entorno educativo eficaz.  Por consiguiente, el líder educativo debe guiar su institución a una planificación estratégica fundamental para una toma de decisiones efectiva.  Finalmente, los constantes cambios en los contextos sociales inciden en los escenarios educativos.  En ese sentido, el líder educativo debe propiciar que su institución asuma una actitud de cambio para atender esa influencia social.  La teoría de liderazgo transformacional asume que el líder debe preparar su organización para enfrentar el cambio.  Figuerola (2011) expone que “el liderazgo transformacional se caracteriza por la capacidad para producir cambios sustantivos”.  (p. 3)

Referencias
Almirón, V., Tikhomirova, A., Casandra, A. & García, J.  (2015).  Liderazgo
transaccional vs. Liderazgo transformacional.  REIDOCREA.  4(4).  24-27.  Recuperado de http://digibug.ugr.es/handle/10481/34629#.VlT_kvkvfIU
Bolívar, A.  (2010).  El liderazgo educativo y su papel en la mejora:  una revisión actual
de sus posibilidades y limitaciones.  Psicoperspectivas. Individuo y Sociedad.  9(2).  1-12.  Recuperado de http://www.psicoperspectivas.cl/index.php/psicoperspectivas/article/view/112/140
Contreras, F. & Barbosa, D.  (2013).  Del liderazgo transaccional al liderazgo
transformacional: implicaciones para el cambio organizacional.  Revista Virtual Universidad Católica del Norte.  39.  152-164.  Recuperado de http://redalyc.org/articulo.oa?id=194227509013
Figuerola, N.  (2011).  Liderazgo transaccional y transformacional.  Las dimensiones del
liderazgo.  Recuperado de https://articulosbm.files.wordpress.com/2011/10/liderazgo-transaccional-y-transformacional.pdf
Lazarte, A.  (2005).  Más allá de una “comunidad escolar justa”.  Recuperado de
http://dadun.unav.edu/bitstream/10171/8871/1/Nb.pdf
Lorenzo, M.  (2005).  La función de liderazgo de la dirección escolar:  una competencia
transversal.  Enseñanza.  22.  193-211.  Recuperado de
http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/70773/1/La_funcion_de_liderazgo_de_la_direccion_.pdf
Rodríguez, J.  (1996).  La toma de decisiones en los contextos escolares colaborativos. 
Revista Complutense de Educación.  7(2).  249-259.  Recuperado de 
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=150197
Vázquez, A.  (2013).  Interdependencia entre el liderazgo transformacional, cultura
organizacional y cambio educativo:  una reflexión.  RINACE.  11(1).  74-91
Recuperado de http://www.rinace.net/reice/numeros/arts/vol11num1/art5.pdf
Zorrilla, M.  (2008). La investigación sobre eficacia escolar:  un ingrediente para la toma
de decisiones de mejora de la escuela y del sistema educativo.  En Eficiencia escolar y factores asociados en América Latina y el Caribe.  Recuperado de

http://unesdoc.unesco.org/images/0016/001631/163174s.pdf

jueves, 18 de febrero de 2016

Las TIC y la importancia de la protección intelectual en el escenario educativo

Por:  Heriberto Rodríguez Adorno

La tecnología ha influenciado consistentemente en la educación en los últimos años.  Por ende, es necesario reflexionar sobre su contribución en el quehacer educativo, las consecuencias por el uso inadecuado y la aceptación por los componentes escolares como herramienta de vanguardia.  De acuerdo a Edel (2010):
“La comprensión de la virtualización en el proceso educativo y la apropiación y transformación de la virtualidad educativa, demanda profundizar en la naturaleza de los entornos diferenciados y/o emergentes de aprendizaje, dimensionar la contribución de “lo virtual” para la innovación educativa y valorar su impacto en los procesos educativos”.  (p. 9)
La integración de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en el escenario educativo supone un compromiso inquebrantable para lograr una educación de calidad.  En ese sentido, Benítez (2012) expone que “los procesos educativos se ven influenciados por una variedad de retos emergentes para el liderazgo por razón de las transformaciones sociales que inciden en las prácticas educativas y en la ejecución de los estudiantes”.  (p. 19)  En consecuencia, se requiere la inmersión de todos los componentes educativos para lograr sistemas de educación exitosos.  En ese contexto, Borges y Vizono (2014) plantean que la “sociedad del conocimiento requiere nuevos modelos para adecuar la formación a las necesidades de la sociedad que gracias a las TIC presentan un panorama distinto a la manera de actuar, de relacionarse y de aprender que conocíamos hasta ahora…”.  (p. 422)
            En la actualidad, una tecnología emergente en los entornos educativos es el Internet.    Esta herramienta ha permitido un acercamiento de la información para beneficio del aprendizaje.  Pérez y Florido (2003) concluyen que el “Internet es una poderosa herramienta para ayudar a la difusión del conocimiento y la educación, de hecho, es una de las mayores fuentes de información disponible.” (p. 2)  Por consiguiente, es indispensable hacer uso correcto de esta herramienta como recurso educativo para apoyo en el proceso de enseñanza y aprendizaje.  Desde esta perspectiva, el Internet contribuye a transmitir el conocimiento y a potenciar la educación con nuevas modalidades de enseñanza.  Sin embargo, el uso indebido del Internet representa consecuencias nefastas para cualquier entorno educativo.  Por lo tanto, es importante asumir responsabilidad respecto a la protección intelectual a través del uso del Internet y salvaguardar los estándares éticos y morales.
            La protección intelectual garantiza el derecho a una persona a disponer, como mejor entienda, de su creación mental publicada a través de investigaciones, escritos u otros.  Gamba y Escobar (2013) plantean que “el titular de ese derecho de uso puede disponer de su obra protegida por la propiedad intelectual y tiene la facultad de prohibir o modular las formas en las que otras personas dispongan de su obra.” (p. 6)  Por consiguiente, en el ejercicio de la función educativa, todos los componentes deben garantizar el derecho de proteger intelectualmente a quienes brindan sus conocimientos, investigaciones y opiniones sobre un tema en particular.  El proceso educativo en un centro docente debe procurar la utilización de fuentes de información de manera responsable y asertiva que conduzcan a un verdadero aprendizaje.
            El estudio de una situación pedagógica en un plantel escolar presenta al director impulsando la utilización del Internet como fuente de información en la sala de clases.  Los maestros acogen el proceso innovador que se quiere llevar a cabo en el centro escolar.  Sin embargo, en el proceso de investigación en acción para constatar el funcionamiento del proceso, el director escolar se percata que los maestros están violando los derechos de leyes sobre protección intelectual.  Esto se debe al mal manejo de la búsqueda de información en Internet.  Ciertamente, esta situación suscitada en un plantel escolar tiene varios puntos preponderantes.  En primer lugar, la violación a la ley de protección intelectual representa la controversia más neurálgica de este caso.  En Puerto Rico la Ley 55 del año 2012 conocida “Ley de Derechos Morales de Autor de Puerto Rico” define el derecho de autor como:
“el conjunto de derechos que la ley reconoce al autor sobre obras que ha producido con su inteligencia, en especial los que de su paternidad le sea reconocida y respetada, así como que se le permita difundir la obra, autorizando o negando en su caso, la reproducción”.
            Otro punto preponderante es la responsabilidad del líder educativo en la protección intelectual en su plantel escolar.  En ese sentido, en un escenario educativo debe existir la garantía de una educación enmarcada en los más altos estándares éticos y morales.  Desde esta perspectiva, el líder educativo debe promover los valores de integridad, respeto y civismo a través de una supervisión efectiva de todo el quehacer educativo.  Sin dudas, la comunidad escolar debe ser dirigida por un líder que ostente un estilo de liderazgo eficaz para lograr las metas establecidas a través de los distintos proyectos implantados en la institución.  En este contexto, Carda y Larrosa (2012) concluyen que:
“La persona llamada a asumir la dirección debe ser vista por la comunidad educativa con las cualidades precisas para satisfacer sus necesidades y conseguir sus aspiraciones.  Las cualidades se refieren a las actitudes adoptadas ante las situaciones conflictivas que se presentan, a la formación específica y a la capacidad de liderazgo para poder cumplir con las funciones directivas.  Habilidades y conocimientos profesionales que le capaciten para coordinar, gestionar, informar, controlar y asesorar a padres, profesores y alumnos”.  (p. 241)
De igual manera, otro planteamiento que se desprende de la situación pedagógica es la carencia de desarrollo profesional del docente.  Existe una necesidad apremiante de maximizar el desarrollo profesional del docente con las estrategias, recursos y metodologías esenciales para la efectividad del aprendizaje.
            La situación conflictiva presentada se traduce a la violación de leyes que garantizan el derecho de un autor y cómo el líder educativo enfrenta dicho dilema para resolverlo responsablemente.  Evidentemente, los docentes con su acción incorrecta pueden crear un clima educativo perjudicial para el alumnado y asumir riesgos que atentan contra una educación de calidad.  De esta forma, es importante determinar la preparación de los docentes para enfrentar la influencia tecnológica a través del uso correcto del Internet.  Por lo tanto, el director tiene la responsabilidad dentro de sus funciones docentes y administrativas de establecer una planificación estratégica que comprenda la utilización del Internet en la sala de clase como herramienta educativa.  En ese contexto, Tello y Aguaded (2009) plantean que:
“Con la integración de las tecnologías de la información y la comunicación en los centros educativos, además de las nuevas funciones socializadoras que se le están requiriendo al profesorado, es preciso vehicular estrategias que permitan adecuar la labor docente a los retos sociales en la actualidad. En esta línea de adecuación, entendemos por desarrollo profesional docente toda actividad en la que el profesorado se implica para alcanzar mayores cotas de buenas prácticas docentes; desde este punto de vista la formación permanente juega un papel crucial”.  (p. 31)
            En la solución de la situación planteada, el director escolar tiene la obligación de conocer las leyes, reglamentos y normas que rigen el quehacer educativo.  Para este caso es indispensable comprender e implantar los estatutos de la ley Ley 55 del año 2012 conocida “Ley de Derechos Morales de Autor de Puerto Rico para garantizar la protección intelectual.  En adición, el cumplimiento legal de la Ley 55 de 2012 fomenta un clima educativo enmarcado en los más altos estándares éticos y morales.  Cabe señalar, que los docentes deben contribuir a desarrollar seres humanos íntegros, justos y civilizados.  En ese contexto, el proceso de utilización del Internet como fuente de información debe ser fundamentado en el respeto al intelecto de quienes han dispuesto su trabajo para fines investigativos, educativos o de cualquier otra índole. 
            Para el líder educativo es fundamental promover la protección de la propiedad intelectual en su escenario educativo.  Por ende, debe ostentar las destrezas para orientar y guiar a todo su equipo de trabajo y evitar violación a los derechos y leyes que cobijan la propiedad intelectual.  Sin dudas, mantener un centro educativo orientado en esa dirección evita un manejo inadecuado de la utilización del Internet como una fuente valiosa de información.  Además, garantiza un proceso de enseñanza adecuado y genuino.  Para López, Álvarez y Hué (2010) “los líderes contribuyen indirectamente al aprendizaje de los alumnos, a través de su influencia sobre otras personas (sobre todo, profesores y familias) y a través de la creación de un clima de trabajo ordenado”.  (p. 59)
            La garantía de una buena utilización y un adecuado manejo de la tecnología suponen de estrategias que todo líder educativo debe implantar.  En primer lugar, permitir el continuo desarrollo profesional de los docentes a través de dos talleres durante el año escolar sobre el buen manejo del Internet.  En ese contexto, Tello y Aguaded (2009) concluyen que “los programas de formación del profesorado deben estar en consonancia directa con la labor que los docentes tienen que desarrollar de manera que tengan repercusión positiva en la mejora de la calidad de la enseñanza”.  (p. 32)  Por su parte, otra estrategia es el establecimiento de planes de trabajo dirigidos a la implantación de proyectos tecnológicos atemperados a la realidad del escenario educativo.  Dicha planificación debe estar basada en los elementos importantes de la institución:  infraestructura, dominio de los docentes en el área tecnológica, aprovechamiento académico del alumnado y la receptividad a los acelerados cambios sociales.  Para Palomino (2008) “una organización necesita  utilizar las herramientas de un plan estratégico para poder adecuarse al nuevo marco de una sociedad globalizada, de mercados dinámicos, de rápidos cambios tecnológicos y del surgimiento de nuevas expresiones identitarias, dentro de la cual se encuentra inmersa”.  (p. 13)
            El proceso efectivo de supervisión comienza en primera instancia por difundir las estrategias para evitar violar los derechos de autor y conservar la protección intelectual.  Es indispensable que el líder educativo conozca a cabalidad las ejecutorias de sus docentes y los procesos educativos que se llevan cabo en su institución.  En ese sentido, las visitas a la sala de clases, las entrevistas a los estudiantes tanto formales como informales, la interacción con el maestro y el contacto con los padres son sólo algunas de las herramientas que posee un director escolar para establecer un proceso de supervisión adecuado y corroborar la efectividad del plan estratégico.  Asimismo, otra estrategia que el líder educativo puede utilizar para una responsable protección intelectual es la amplia y abierta discusión con los docentes sobre las leyes que protegen el autor.  Evidentemente, antes de llevar a cabo una planificación sobre tecnología e Internet el docente debe conocer los alcances legales sobre la protección intelectual y así garantizar su fiel cumplimiento.  De igual manera, es necesario que se establezca un comité compuesto por el director, trabajador social y el bibliotecario escolar para realizar evaluaciones periódicas sobre los programas tecnológicos implantados en el plantel.
            Ciertamente, el líder educativo debe incrementar las destrezas de uso y manejo del Internet.  Los constantes cambios en los contextos sociales inciden en los escenarios educativos.  Por ende, el líder debe ser vanguardista y atemperar su institución a las necesidades de su alumnado.  Sin dudas, esto requiere una constante inmersión en el ámbito tecnológico a través de un profundo y constante desarrollo profesional.  Para Benítez (2012) “los escenarios educativos se transforman por la tecnología, que será el instrumento mediador para nuevas experiencias de formación como el uso de la Internet y de redes”.  (p. 22)  Asimismo, debe estudiar los proyectos tecnológicos implantados en otras instituciones y que han sido exitosos para conocer el proceso de planificación, implantación y evaluación.  De igual manera, el líder debe procurar conocer cuáles son las debilidades de su centro educativo para subsanarlas e implantar estrategias innovadoras que puedan llevarse a cabo exitosamente.  Finalmente, la protección intelectual es un derecho garantizado por leyes y normas que toda institución educativa debe respetar, comprender e implantar.  Todo proyecto tecnológico a través del Internet debe contener una garantía de cumplimiento con los derechos de autor y proteger la intelectualidad que una persona haya compartido con fines educativos, investigativos o de cualquier otra índole.
Referencias
Benítez, A.  (2012).  Integración de disciplinas técnicas para el desarrollo de
competencias interdisciplinaras:  Implicaciones para el liderazgo educativo.  (Disertación doctoral publicada).  Recuperado de ProQuest Dissertations and Theses (3509724)
Borges, A. & Vizoso, C.  (2014).  El origen de la tecnología en la educación:  pioneros. 
Historia y comunicación social.  19.  409-424.  Recuperado de http://search.proquest.com.nuc.idm.oclc.org/docview/1657587088/fulltextPDF?accountid=144835
Carda, R. & Larrosa, F.  (2012).  La organización del centro educativo:  manual para
maestros.  ECU.  Recuperado de http://site.ebrary.com/lib/elibronucocrevsp/reader.action?docID=10637819
Edel, R.  (2010).  Entornos virtuales de aprendizaje:  la contribución de “lo virtual” en la
educación.  Revista Mexicana de investigación educativa.  15(44).  7-15.  Recuperado de http://search.proquest.com.nuc.idm.oclc.org/docview/748341939/fulltextPDF?accountid=144835
Gamba, R. & Escobar, C.  (2013).  Protección legal del software en las tecnologías de la
información por medio de la propiedad intelectual.  Recuperado de https://derechoytics.uniandes.edu.co/components/com_revista/archivos/derechoytics/ytics125.pdf
Ley de Derechos Morales de Autor de Puerto Rico, 55 (2012).
López, J., Álvarez, M. & Hué, C.  (2010).  El liderazgo educativo.  Los equipos
directivos en centros de primaria, elementos básicos del éxito escolar.  España:  Misterio de educación de España.  Recuperado de http://site.ebrary.com/lib/elibronucocrevsp/reader.action?docID=10577132
Palomino, M.  (2008).  Estrategia de trabajo colaborativo para el diseño y la
elaboración del plan estratégico educativo de la congregación dominicas de Santa María Magdalena de Speyer. Recuperado de
PALOMINO_AGUILAR_MARCELINA_AMPARO_ESTRATEGIA_TRABAJO.pdf
Pérez, A. & Florido, R.  (2003).  Internet:  un recurso educativo.  Recuperado de
            http://www.ugr.es/~sevimeco/revistaeticanet/Numero2/Articulos/Intrecedu.pdf
Tello, J. & Aguaded, J.  (2009).  Desarrollo profesional docente ante los nuevos retos de
las tecnologías de la información y la comunicación en los centros educativos.  Revista de medios y educación.  34.  31-47.  Recuperado de http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2873704


miércoles, 10 de febrero de 2016

Un aprendizaje para la vida

Por:  Yolanda Ortiz Acevedo

El éxito en la empresa y en la vida depende de un liderazgo eficaz.  Existen varios factores que contribuyen a desarrollar y fortalecer un camino emprendedor para maximizar el liderazgo.  En esta dinámica, expertos en el área, se dan a la tarea de perfeccionar cada día para servir de entes motivacionales a las demás personas y las organizaciones.  Uno de los peritos de la transformación y el cambio en las empresas y en las personas es Robin Sharma.  Sharma se destaca por colaborar en el desarrollo de líderes influyentes y triunfantes en las épocas de cambio.  A través de su libro “El líder que no tenía cargo”, pretende llevar un mensaje de enseñanza para el fortalecimiento del liderazgo; el desarrollo de oportunidades; el secreto de la innovación profunda y la influencia en las demás personas.
La lectura trata de una leyenda reflexiva que promueve la invitación del liderazgo sin importar la posición o estatus de la persona.  Comienza el capítulo aludiendo al éxito y al liderazgo como parte de la condición humana.  Sharma (2011) expone que “todos nosotros nacemos siendo genios; por desgracia, la mayoría de nosotros muere en la mediocridad.”[1]  El autor revela la importancia de fortalecer las convicciones, los valores y el respeto en sí mismos para cultivar el liderazgo y ser exitosos a través de la vida.  De esta forma, resalta la autoeducación como estrategia de supervivencia para enfrentar las adversidades y tiempos difíciles.  Por ende, se desarrollan personas líderes capaces de encarar el mundo con valentía y ahínco.
La fábula inicia con el personaje de Blake quien será el recipiente de principios importantes sobre el liderazgo por parte de grandes maestros.  Blake perteneció al servicio militar y tuvo grandes batallas, incluyendo la muerte de sus padres.  Experimentó momentos difíciles los cuales marcaron su vida.  Aún así, el destino lo ubica a trabajar en una librería a pesar de su actitud negativa y el comportamiento apático.  Sin embargo, aquél lugar representó una nueva oportunidad de realizarse como persona. 
El primer encuentro de transformación que experimenta Blake es con Tommy, una persona de edad avanzada quien le sirve de guía para encaminar su vida y convertirse en su mentor.  A través de Tommy, Blake recibe grandes aportaciones y enseñanzas sobre el liderazgo.  Ante la resistencia de Blake en su actual posición en la librería, Tommy le inquiere reflexiones adecuadas para la motivación y el compromiso genuino.  Resalta que “todos llevamos un líder interior, todos poseemos la capacidad natural para ser líderes y no tiene que ver con un alto cargo, ni con la edad, ni dónde vivimos.”[2]  En este sentido, le enfatiza sobre las posibilidades de dejar un legado; la calidad de trabajo y la excelencia de servicio como estrategias claves en una empresa.  El aporte inicial de Tommy se redujo en tres letras:  LSC, “Liderar sin cargo”.  Sin duda, el mentor de Blake resaltó el liderazgo como parte integral del ser humano en todos los aspectos de la vida.
El mentor conduce a Blake a la autorrealización como persona.  Emprende su primer viaje de aprendizaje sobre el liderazgo con Anna, una empleada de limpieza de uno de los hoteles mejores del mundo de Nueva York.  A través de Anna, Blake recibió el primer principio del liderazgo:  “No hace falta tener un cargo para ser líder.”  La maestra enfatizó en siempre dar lo mejor de uno mismo para crear resultados excepcionales en el lugar de trabajo.  Basó su filosofía en el acrónimo IMAGE, (Innovación, Maestría, Autenticidad, Gran Valor y la Ética).  Con sus postulados, Anna destacó la importancia de la imagen en la empresa concluyendo que: “el éxito del liderazgo se encuentra en la intersección entre la excelencia y la integridad.”[3]
La segunda conversación de liderazgo se centró en el siguiente principio:  “Las épocas turbulentas crean grandes líderes”.  A través de Ty Boyd, un esquiador destacado, Blake aprendió la importancia desafiar los miedos para obtener crecimiento y maximizar el potencial del liderazgo.  Con el acrónimo SPARK (Sinceridad, Priorizar, Adversidad, Responder y no Reaccionar y Kudos (ensalzar)), reconoció la responsabilidad de dominar el cambio e inspirar con la chispa de la energía a los demás.  El mentor puntualizó en la excelencia, en el buen trabajo, proporcionar lo mejor de uno y ser visionario.  Asimismo, el tercer maestro fue Jackson Chan, un jardinero visionario que colaboró con Blake a través de la siguiente enseñanza:  “Cuanto más profundas sean tus relaciones, más fuerte será tu liderazgo.”  Chan instó a Blake a liderar sin cargo con pequeños pasos y pronto se convertirán en hábitos.  Utilizó el acrónimo SERVE (Ser Servicial, Escuchar, Relacionarse, Valorar la Diversión y Estimar y Cuidar) para transmitir el mensaje principal de servir a los demás.  Recalcó el valor de todos los componentes de una organización y la fortaleza en el liderazgo.  Finalmente, Jet Brisley, masajista terapéutico, fue su cuarto maestro quien le transmitió el mensaje de:  "Para ser un gran líder, primero hay que ser una gran persona”.  Su aportación giró en torno al acrónimo SHINE (Saber Percibir, Hacer Ejercicio y Cuidar la Salud, Inspiración, Nutrir los lazos familiares, Elevar tu Estilo de Vida).  Jet acentuó en la transformación personal, en brillar y dejar huellas como parte de la aportación de ser líderes. Además, inculcó el interés de perfeccionarse desde el interior fortaleciendo el carácter y los actos diarios.
Ciertamente, el autor destaca que todos los seres humanos son capaces de liderar desde cualquier cargo que ocupen ya que poseen unas capacidades fundamentales.  De hecho, a través del mentor, Tommy censuró la conducta de ser víctima y promovió la ruta hacia la grandeza de un líder.  Este aspecto fue mostrado a través de la vida de Blake cuando recordaba su época de soldado e iniciaba sus lamentaciones por los eventos vividos, los cuales luego visualizó como una ayuda para fortalecerse como persona.  Así también, la enseñanza giró en torno de diversas filosofías para el trabajo y la vida de cualquier persona sin distinciones con las contribuciones de cuatro maestros:  Anna, Ty Boyd, Jackson Chan y Jet.  Sin dudas, el aprendizaje dictó la herramienta LSC, “Liderar sin cargo” como plataforma esencial para abordar el liderazgo, lo cual se basó en la influencia y en hacer lo mejor posible en cada situación.
En primer lugar, el autor demostró que cada persona puede ser un líder sin tener un cargo o posición asignado.  Este principio profundizó en la capacidad que tienen las personas en descubrir los placeres sencillos de la vida a partir del control de los pensamientos y la toma de decisiones correcta.  Asimismo, afianzó el desarrollo del potencial de liderazgo con la implantación de cuatro poderes naturales que promueven las virtudes de las personas, la confianza y la inspiración e influencia en los demás.  Evidentemente, el mensaje principal giró en torno a realzar los trabajos de la empresa con un espíritu de entrega y pasión, sentido de pertenencia y enfoque significativo.
Otro fundamento que transmitió Robin Sharma es la oportunidad de crear grandes líderes en periodos de crisis y caos.  Tal y como expresa el autor “las condiciones duras son oportunidades para convertirnos en héroes.”[4]  En este escenario es cuando el ser humano tiene la oportunidad de traspasar límites, mostrar valentía y desafiar el miedo para hacerse más fuerte como persona.  De esta forma, el liderazgo se enriquece y permite desarrollar destrezas y habilidades en bienestar de la organización.  Por otro lado, es esencial enfrentar los miedos y las limitaciones con el fin de adaptarse a los diversos escenarios.  Por ende, los líderes demandan estar en constante movimiento para expandir las posibilidades y los campos de acción en este mundo de continuo cambio.
Igualmente, es evidente que el liderazgo se fortifica a través de las relaciones y conexiones humanas.  El éxito del mismo se obtiene a través de la transformación de vidas con acciones y ejemplos.  En una organización, todos cuentan, todos son importantes para cumplir a cabalidad con las metas y objetivos proyectados.  El sentido del servicio es importante para lograr la productividad colectiva.  Para ello, se requiere mantener siempre la humildad y la sencillez como seres humanos.
Por otra parte, la última idea planteada por el autor, enfatiza en la importancia de entrenar y fortalecer el líder interior.  Ciertamente, no es posible dar algo que no se tiene en el momento.  Por lo tanto, es esencial fortalecer el liderazgo personal para contribuir a cambiar el mundo.  Es necesario enfocar los nuevos hábitos y acciones en pro de ser una mejor persona.  Se requiere a su vez, constantemente recordar los grandes objetivos que corresponden a las pequeñas acciones y la paciencia continua.
Cada una de las prácticas presentadas por el autor son ricas en enseñanzas.  Más aún, representan una exhortación a aspirar siempre a la perfección comenzando con pequeños pasos que se convertirán en hábitos.   Todos los seres humanos tienen la oportunidad de liderar sin cargo, enfrentando desafíos y las necesidades de la humanidad.  Sólo se requiere el deseo de implicarse y el compromiso de dejar un legado a la sociedad.
Referencia
Sharma, R. (2011).  El líder que no tenía cargo:  Una fábula moderna sobre el éxito en la
empresa y en la vidaNew York, NY:  Vintage Español.



[1] Sharma, R. (2011).  El líder que no tenía cargo:  Una fábula moderna sobre el éxito en la empresa y en la vida.  pp. 15.  New York, NY:  Vintage Español.
[2] Sharma, R. (2011).  El líder que no tenía cargo:  Una fábula moderna sobre el éxito en la empresa y en la vida.  pp. 37.  New York, NY:  Vintage Español.
[3] Sharma, R. (2011).  El líder que no tenía cargo:  Una fábula moderna sobre el éxito en la empresa y en la vida.  pp. 117-118.  New York, NY:  Vintage Español.
[4] Sharma, R. (2011).  El líder que no tenía cargo:  Una fábula moderna sobre el éxito en la empresa y en la vida.  pp. 124.  New York, NY:  Vintage Español.