La
sociedad actual en su empeño de tener una dimensión equitativa y desarrollada
busca fortalecer la educación como vehículo de progreso. En este afán, el quehacer educativo exitoso
garantiza un ser humano capaz de comprender, actuar y decidir ante las influencias
del entorno social en el que se desarrolla.
Sobre el particular, Rodríguez (2011) plantea que:
“Las
sociedades modernas, desarrolladas y equitativas tienen como dimensión
prioritaria la educación, ya que es donde se integran y relacionan las personas
en función de sus necesidades, los requerimientos de los estados y la exigente
sociedad del conocimiento y globalizada…”.
(p. 255)
En
consecuencia, los sistemas educativos tienen la obligación de aspirar a un
proceso pedagógico que contribuya a una educación de calidad a través de
estrategias eficaces y vanguardistas.
Por lo tanto, es indispensable que dicho proceso sea guiado por líderes
educativos capaces de lograr la visión educacional propuesta.
Conforme a los enfoques de
administración, en este trabajo, el exponente plantea la importancia de conocer,
comprender e implantar los nuevos paradigmas y tendencias del proceso de
supervisión educativa que respalden la labor del líder educativo. Cabe destacar que, un entorno social dominado
por la globalización requiere de estrategias pedagógicas que atiendan acertadamente
dicha influencia. Los escenarios
educativos son los instrumentos para lograr la misión y visión de todo sistema
de educación. En este contexto,
Rodríguez (2011) expone que:
“…para
cumplir el desafío y la misión que tiene la educación, los centros educativos,
como primer eslabón del sistema, adquieren su sentido y definen su misión:
difundir los saberes, normas, valores e ideas con los que se pretende modelar
la sociedad…”. (p. 255)
Sin
embargo, existen entornos educativos que mantienen una marcada vulnerabilidad
que le impide lograr sus metas y objetivos educacionales. Por lo tanto, dichos centros requieren de
herramientas pedagógicas que se adapten a su realidad social, cultural y
educativa. En efecto, necesitan de un
proceso de supervisión educativo capaz de atender las necesidades particulares
de su alumnado.
Los nuevos paradigmas y tendencias
del proceso de supervisión educativa son herramientas que pretenden buscar
solución a los problemas que enfrenta la educación. Cónsono con este planteamiento, González
(2007) expone que:
“Cuando se impulsa la
educación también se alcanza el nuevo camino en las organizaciones con miras a
garantizar el desarrollo de los procesos en la alta gerencia, cambios y
transformaciones dentro de los cuales resalta el acto de supervisar cuya
finalidad es contribuir a resolver los problemas del aprendizaje en el sistema
educativo”. (p. 12)
Por
ende, los desafíos que enfrenta la educación requieren de un proceso de
supervisión efectiva que promuevan las oportunidades de desarrollo, el cambio
organizativo y pedagógico. Además, el
líder educativo debe asumir con responsabilidad su desempeño como supervisor para
atender con determinación los obstáculos que se presentan en el proceso de
enseñanza y aprendizaje. En síntesis,
los nuevos enfoques aspiran a fortalecer los escenarios educativos.
Enmarcado en los nuevos paradigmas y
tendencias del proceso de supervisión, el exponente a través de su participación en un foro de
discusión denominado “Competencias del
director escolar” describió las características que debe presentar un líder
educativo para ser un supervisor eficaz.
En primer lugar, debe ostentar un estilo de liderazgo auténtico que le
permita administrar el escenario educativo enmarcado en los más altos valores
de justicia, respeto, tolerancia e igualdad.
De este modo, es indispensable la aceptación de nuevas ideas y la
incorporación de distintos enfoques presentados por los componentes escolares
para construir un ambiente educativo inclusivo.
Asimismo, es necesario que el líder educativo promueva un proceso de
supervisión ético en el que se respete la diversidad y la igualdad como
garantía de una educación vanguardista. Además,
el líder educativo debe promover una actitud de cambio en el entorno
escolar. Sin dudas, las influencias
sociales requieren un constante cambio de visión que conduce a la búsqueda de nuevas
estrategias que atiendan la población estudiantil exitosamente.
Por otra parte, los líderes
educativos requieren de una comunicación efectiva con el supervisado. Como consecuencia, el líder será capaz de
promover el entendimiento, la comprensión y la solución de problemas
efectivamente. De igual manera, le
permitirá la búsqueda e implantación de nuevas estrategias educacionales que
garanticen un proceso académico exitoso para su alumnado. Igualmente, el proceso de supervisión
requiere del líder la capacidad de trabajar en equipo para una toma de
decisiones efectiva. Las nuevas
tendencias y paradigmas del proceso de supervisión plantean la necesidad de que
los escenarios educativos promuevan un proceso decisional democrático y
participativo. Es ineludible que todos
los componentes en un centro escolar contribuyan al fortalecimiento de los
procesos que conduzcan a lograr lo establecido en la visión institucional. En ese contexto, Rodrigo (2010) plantea que
“participar requiere implicarse, formar parte, intervenir en una actividad o
proyecto. La participación significa trabajo
en común, protagonizado por colectivos que comparten responsabilidades y
trabajos”. (p. 160)
Las tendencias en el proceso de
supervisión pedagógica inciden en un nuevo rol para el líder educativo. Sin dudas, presumen la necesidad de
establecer un balance entre la atención a los procesos administrativos y
pedagógicos. La permisión de un
desbalance en alguna de esas responsabilidades conduce a dilemas educacionales
nefastos para el centro educativo. Por
lo tanto, es indispensable que el líder educativo dedique un tiempo balanceado
a la atención de asuntos administrativos y pedagógicos para garantizar un clima
organizacional adecuado. Evidentemente,
el proceso administrativo de un escenario educativo requiere de la integración
del líder para planificar, organizar y ejecutar planes concretos que suponen
decisiones en asuntos de índole fiscal, documental, de recursos físicos, entre
otros. Por su parte, la supervisión
educativa requiere que el líder se integre activamente al proceso enseñanza y
aprendizaje para conocer prioritariamente los elementos pedagógicos que afectan
positiva y negativamente su centro escolar.
De esta manera, a través de su integración podrá canalizar concretamente
todos los aspectos que puedan impedir un proceso educativo exitoso. En ese aspecto, Balzán en Rodríguez (2011)
plantea que:
“La tarea del líder que
supervise y acompañe debe ayudar a los docentes de las escuelas a adquirir
conocimientos, habilidades y competencias, desarrollar sus conocimientos,
orientar y entender situaciones, y que él entienda y reflexione para que
encuentre alternativas de soluciones a los problemas que afecten el desempeño”. (p. 257)
Ciertamente,
la celeridad con que la globalización y otras influencias sociales inciden en
la educación requiere de un constante desarrollo profesional del líder
educativo. Efectivamente, para el
exponente es indispensable que todo supervisor pedagógico se adiestre periódicamente
como herramienta fundamental hacia la aspiración de una educación de calidad. Cónsono con este planteamiento, Bird,
Dunaway, Hancock y Wang (2013) establecen contundentemente que antecediendo a
la aspiración de cualquier posición en el sistema educativo se debe desarrollar
distintos mecanismos concretos de formación para líderes pedagógicos con el fin
de proporcionarles los aspectos fundamentales de un proceso de supervisión
efectivo. Es determinante que el líder
educativo promueva un proceso pedagógico enmarcado en la atención a las
necesidades del alumnado a través de estrategias vanguardistas. Más aún, la investigación de Kottkamp y
Silverberg (2003) plantea que los líderes educativos deben tener un proceso de
formación que les permita enfrentar adecuadamente los retos que conlleva el
proceso de supervisión pedagógico. Los
autores destacan a través de su estudio, cuál ha sido la experiencia de
profesores universitarios que atienden el proceso de formación sobre liderazgo
y revelan la necesidad de crear programas que promuevan el desarrollo de un
liderazgo educativo eficaz. Kottkamp y
Silverberg (2003) establecen que las acciones de los líderes educativos cambian
hacia un proceso de transformación escolar cuando sus pensamientos e ideas
cambian.
Indudablemente,
el continuo desarrollo profesional representa una herramienta fundamental para
todo supervisor del proceso educativo.
En primer lugar, le garantiza un constante conocimiento sobre los nuevos
enfoques pedagógicos para conjugar la aspiración de todo sistema educativo,
desarrollar seres humanos íntegros y capaces de enfrentar exitosamente su
entorno social. De igual manera, le
permite al líder educativo obtener una perspectiva amplia sobre los constantes
cambios que van influenciando en la educación.
Asimismo, dota al supervisor del proceso educativo de estrategias
vanguardistas que garantizan una educación de alta calidad. Finalmente, el continuo desarrollo
profesional permite que el líder educativo mantenga un balance sobre su
ejecución en los procesos administrativos y pedagógicos para construir un clima
organizacional democrático y participativo.
En ese contexto, Mogollón (s. f.) establece que:
“La
calidad de la supervisión escolar está orientada a ayudar y asesorar al
docente, a ejercer un liderazgo democrático, a establecer fuertes lazos morales
con los miembros de la comunidad donde se desenvuelve y a evaluar los
resultados de los logros obtenidos en busca de alcanzar en forma efectiva los
objetivos propuestos, creando las condiciones adecuadas de acuerdo a las
necesidades educativas”. (p. 1)
Referencias
Bird, J., Dunaway, D., Hancock, D. & Wang, C.
(2013). The superintendent's leadership
role in school improvement: relationships between authenticity and best
practices. Leadership & Policy in
Schools. 12(1). 37-59.
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https://web-b-ebscohost-com.nuc.idm.oclc.org/ehost/pdfviewer/pdfviewer?sid=40fc7e28-5525-460f-8f35-2ccfdcc74c21%40sessionmgr103&vid=1&hid=116
González,
E. (2007). Un modelo de supervisión educativa. Laurus. 13(25).
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Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=76111479002
Kottkamp, R.
& Silverberg, R. (2003). Leadership preparation reform in first
person:
Making assumptions public. Leadership and Policy in Schools. 2(4). 299-326.
Recuperado de
https://web-a-ebscohost-com.nuc.idm.oclc.org/ehost/pdfviewer/pdfviewer?sid=ee8f55f7-186f-4a82-818c-3ebf5fcc6bad%40sessionmgr4002&vid=1&hid=4104
Mogollón, A. (s.
f.). Calidad
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Rodrigo,
V. (2010). Hacia una comunidad democrática, abierta y
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Recuperado de http://www.mecd.gob.es/revista-cee/pdf/n14-rodrigo-lopez.pdf
Rodríguez,
G. (2011). Funciones y rasgos del liderazgo pedagógico en
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