La
tecnología ha influenciado consistentemente en la educación en los últimos
años. Por ende, es necesario reflexionar
sobre su contribución en el quehacer educativo, las consecuencias por el uso
inadecuado y la aceptación por los componentes escolares como herramienta de
vanguardia. De acuerdo a Edel (2010):
“La comprensión de la
virtualización en el proceso educativo y la apropiación y transformación de la
virtualidad educativa, demanda profundizar en la naturaleza de los entornos
diferenciados y/o emergentes de aprendizaje, dimensionar la contribución de “lo
virtual” para la innovación educativa y valorar su impacto en los procesos
educativos”. (p. 9)
La
integración de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en el
escenario educativo supone un compromiso inquebrantable para lograr una educación
de calidad. En ese sentido, Benítez
(2012) expone que “los procesos educativos se ven influenciados por una
variedad de retos emergentes para el liderazgo por razón de las
transformaciones sociales que inciden en las prácticas educativas y en la
ejecución de los estudiantes”. (p.
19) En consecuencia, se requiere la
inmersión de todos los componentes educativos para lograr sistemas de educación
exitosos. En ese contexto, Borges y
Vizono (2014) plantean que la “sociedad del conocimiento requiere nuevos
modelos para adecuar la formación a las necesidades de la sociedad que gracias
a las TIC presentan un panorama distinto a la manera de actuar, de relacionarse
y de aprender que conocíamos hasta ahora…”.
(p. 422)
En la actualidad, una tecnología
emergente en los entornos educativos es el Internet. Esta herramienta ha permitido un
acercamiento de la información para beneficio del aprendizaje. Pérez y Florido (2003) concluyen que el
“Internet es una poderosa herramienta para ayudar a la difusión del
conocimiento y la educación, de hecho, es una de las mayores fuentes de
información disponible.” (p. 2) Por
consiguiente, es indispensable hacer uso correcto de esta herramienta como
recurso educativo para apoyo en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Desde esta perspectiva, el Internet
contribuye a transmitir el conocimiento y a potenciar la educación con nuevas
modalidades de enseñanza. Sin embargo, el
uso indebido del Internet representa consecuencias nefastas para cualquier
entorno educativo. Por lo tanto, es
importante asumir responsabilidad respecto a la protección intelectual a través
del uso del Internet y salvaguardar los estándares éticos y morales.
La protección intelectual garantiza
el derecho a una persona a disponer, como mejor entienda, de su creación mental
publicada a través de investigaciones, escritos u otros. Gamba y Escobar (2013) plantean que “el
titular de ese derecho de uso puede disponer de su obra protegida por la
propiedad intelectual y tiene la facultad de prohibir o modular las formas en
las que otras personas dispongan de su obra.” (p. 6) Por consiguiente, en el ejercicio de la
función educativa, todos los componentes deben garantizar el derecho de
proteger intelectualmente a quienes brindan sus conocimientos, investigaciones
y opiniones sobre un tema en particular.
El proceso educativo en un centro docente debe procurar la utilización
de fuentes de información de manera responsable y asertiva que conduzcan a un
verdadero aprendizaje.
El estudio de una situación
pedagógica en un plantel escolar presenta al director impulsando la utilización
del Internet como fuente de información en la sala de clases. Los maestros acogen el proceso innovador que
se quiere llevar a cabo en el centro escolar.
Sin embargo, en el proceso de investigación en acción para constatar el
funcionamiento del proceso, el director escolar se percata que los maestros
están violando los derechos de leyes sobre protección intelectual. Esto se debe al mal manejo de la búsqueda de
información en Internet. Ciertamente,
esta situación suscitada en un plantel escolar tiene varios puntos
preponderantes. En primer lugar, la
violación a la ley de protección intelectual representa la controversia más
neurálgica de este caso. En Puerto Rico
la Ley 55 del año 2012 conocida “Ley de
Derechos Morales de Autor de Puerto Rico” define el derecho de autor como:
“el
conjunto de derechos que la ley reconoce al autor sobre obras que ha producido
con su inteligencia, en especial los que de su paternidad le sea reconocida y
respetada, así como que se le permita difundir la obra, autorizando o negando
en su caso, la reproducción”.
Otro punto preponderante es la
responsabilidad del líder educativo en la protección intelectual en su plantel
escolar. En ese sentido, en un escenario
educativo debe existir la garantía de una educación enmarcada en los más altos
estándares éticos y morales. Desde esta
perspectiva, el líder educativo debe promover los valores de integridad,
respeto y civismo a través de una supervisión efectiva de todo el quehacer
educativo. Sin dudas, la comunidad
escolar debe ser dirigida por un líder que ostente un estilo de liderazgo
eficaz para lograr las metas establecidas a través de los distintos proyectos
implantados en la institución. En este
contexto, Carda y Larrosa (2012) concluyen que:
“La persona llamada a
asumir la dirección debe ser vista por la comunidad educativa con las
cualidades precisas para satisfacer sus necesidades y conseguir sus
aspiraciones. Las cualidades se refieren
a las actitudes adoptadas ante las situaciones conflictivas que se presentan, a
la formación específica y a la capacidad de liderazgo para poder cumplir con
las funciones directivas. Habilidades y
conocimientos profesionales que le capaciten para coordinar, gestionar,
informar, controlar y asesorar a padres, profesores y alumnos”. (p. 241)
De
igual manera, otro planteamiento que se desprende de la situación pedagógica es
la carencia de desarrollo profesional del docente. Existe una necesidad apremiante de maximizar
el desarrollo profesional del docente con las estrategias, recursos y metodologías
esenciales para la efectividad del aprendizaje.
La situación conflictiva presentada
se traduce a la violación de leyes que garantizan el derecho de un autor y cómo
el líder educativo enfrenta dicho dilema para resolverlo responsablemente. Evidentemente, los docentes con su acción
incorrecta pueden crear un clima educativo perjudicial para el alumnado y
asumir riesgos que atentan contra una educación de calidad. De esta forma, es importante determinar la
preparación de los docentes para enfrentar la influencia tecnológica a través
del uso correcto del Internet. Por lo
tanto, el director tiene la responsabilidad dentro de sus funciones docentes y
administrativas de establecer una planificación estratégica que comprenda la
utilización del Internet en la sala de clase como herramienta educativa. En ese contexto, Tello y Aguaded (2009) plantean
que:
“Con la integración de
las tecnologías de la información y la comunicación en los centros educativos,
además de las nuevas funciones socializadoras que se le están requiriendo al
profesorado, es preciso vehicular estrategias que permitan adecuar la labor docente
a los retos sociales en la actualidad. En esta línea de adecuación, entendemos
por desarrollo profesional docente toda actividad en la que el profesorado se
implica para alcanzar mayores cotas de buenas prácticas docentes; desde este
punto de vista la formación permanente juega un papel crucial”. (p. 31)
En la solución de la situación
planteada, el director escolar tiene la obligación de conocer las leyes,
reglamentos y normas que rigen el quehacer educativo. Para este caso es indispensable comprender e
implantar los estatutos de la ley Ley 55 del año 2012 conocida “Ley de Derechos Morales de Autor de Puerto
Rico para garantizar la protección intelectual. En adición, el cumplimiento legal de la Ley
55 de 2012 fomenta un clima educativo enmarcado en los más altos estándares
éticos y morales. Cabe señalar, que los
docentes deben contribuir a desarrollar seres humanos íntegros, justos y
civilizados. En ese contexto, el proceso
de utilización del Internet como fuente de información debe ser fundamentado en
el respeto al intelecto de quienes han dispuesto su trabajo para fines
investigativos, educativos o de cualquier otra índole.
Para el líder educativo es
fundamental promover la protección de la propiedad intelectual en su escenario
educativo. Por ende, debe ostentar las
destrezas para orientar y guiar a todo su equipo de trabajo y evitar violación
a los derechos y leyes que cobijan la propiedad intelectual. Sin dudas, mantener un centro educativo orientado
en esa dirección evita un manejo inadecuado de la utilización del Internet como
una fuente valiosa de información.
Además, garantiza un proceso de enseñanza adecuado y genuino. Para López, Álvarez y Hué (2010) “los líderes
contribuyen indirectamente al aprendizaje de los alumnos, a través de su
influencia sobre otras personas (sobre todo, profesores y familias) y a través
de la creación de un clima de trabajo ordenado”. (p. 59)
La garantía de una buena utilización
y un adecuado manejo de la tecnología suponen de estrategias que todo líder
educativo debe implantar. En primer
lugar, permitir el continuo desarrollo profesional de los docentes a través de
dos talleres durante el año escolar sobre el buen manejo del Internet. En ese contexto, Tello y Aguaded (2009)
concluyen que “los programas de formación del profesorado deben estar en
consonancia directa con la labor que los docentes tienen que desarrollar de
manera que tengan repercusión positiva en la mejora de la calidad de la
enseñanza”. (p. 32) Por su parte, otra estrategia es el
establecimiento de planes de trabajo dirigidos a la implantación de proyectos
tecnológicos atemperados a la realidad del escenario educativo. Dicha planificación debe estar basada en los
elementos importantes de la institución:
infraestructura, dominio de los docentes en el área tecnológica,
aprovechamiento académico del alumnado y la receptividad a los acelerados
cambios sociales. Para Palomino (2008)
“una organización necesita utilizar las
herramientas de un plan estratégico para poder adecuarse al nuevo marco de una
sociedad globalizada, de mercados dinámicos, de rápidos cambios tecnológicos y
del surgimiento de nuevas expresiones identitarias, dentro de la cual se
encuentra inmersa”. (p. 13)
El proceso efectivo de supervisión comienza
en primera instancia por difundir las estrategias para evitar violar los
derechos de autor y conservar la protección intelectual. Es indispensable que el líder educativo
conozca a cabalidad las ejecutorias de sus docentes y los procesos educativos
que se llevan cabo en su institución. En
ese sentido, las visitas a la sala de clases, las entrevistas a los estudiantes
tanto formales como informales, la interacción con el maestro y el contacto con
los padres son sólo algunas de las herramientas que posee un director escolar
para establecer un proceso de supervisión adecuado y corroborar la efectividad
del plan estratégico. Asimismo, otra
estrategia que el líder educativo puede utilizar para una responsable
protección intelectual es la amplia y abierta discusión con los docentes sobre
las leyes que protegen el autor.
Evidentemente, antes de llevar a cabo una planificación sobre tecnología
e Internet el docente debe conocer los alcances legales sobre la protección
intelectual y así garantizar su fiel cumplimiento. De igual manera, es necesario que se
establezca un comité compuesto por el director, trabajador social y el bibliotecario
escolar para realizar evaluaciones periódicas sobre los programas tecnológicos
implantados en el plantel.
Ciertamente, el líder educativo debe
incrementar las destrezas de uso y manejo del Internet. Los constantes cambios en los contextos
sociales inciden en los escenarios educativos.
Por ende, el líder debe ser vanguardista y atemperar su institución a
las necesidades de su alumnado. Sin
dudas, esto requiere una constante inmersión en el ámbito tecnológico a través
de un profundo y constante desarrollo profesional. Para Benítez (2012) “los escenarios
educativos se transforman por la tecnología, que será el instrumento mediador
para nuevas experiencias de formación como el uso de la Internet y de
redes”. (p. 22) Asimismo, debe estudiar los proyectos tecnológicos
implantados en otras instituciones y que han sido exitosos para conocer el
proceso de planificación, implantación y evaluación. De igual manera, el líder debe procurar
conocer cuáles son las debilidades de su centro educativo para subsanarlas e
implantar estrategias innovadoras que puedan llevarse a cabo exitosamente. Finalmente, la protección intelectual es un
derecho garantizado por leyes y normas que toda institución educativa debe respetar,
comprender e implantar. Todo proyecto
tecnológico a través del Internet debe contener una garantía de cumplimiento
con los derechos de autor y proteger la intelectualidad que una persona haya compartido
con fines educativos, investigativos o de cualquier otra índole.
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competencias
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el liderazgo educativo.
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R. & Larrosa, F. (2012). La
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Palomino,
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las tecnologías de la
información y la comunicación en los centros educativos. Revista
de medios y educación. 34. 31-47.
Recuperado de http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2873704
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