Por: Heriberto Rodríguez Adorno
Los
entornos escolares son impactados por los acelerados cambios sociales. El quehacer educativo debe adaptarse a dichos
cambios para atender las necesidades del alumnado. En ese sentido, el líder educativo debe
promover un clima escolar adecuado a través de un estilo de liderazgo eficaz. Sin dudas, las cualidades de un líder
influyen en un centro escolar. Vázquez
(s. f.) plantea que:
“El liderazgo desempeña
un papel fundamental en la organización educativa, se valora como “necesario y
esencial” para el buen funcionamiento de los centros. Tal es la
significatividad que adquiere, que se le atribuyen funciones como: crear un
clima satisfactorio, potenciar relaciones positivas, fomentar la participación,
aunar y armonizar intereses colectivos, tomar decisiones y resolver
conflictos”. (p. 6)
El artículo “Leadership and learning:
Identifying an effective design for mentoring new building leaders”
plantea la importancia de que los nuevos líderes de centros escolares sean
dirigidos por directores experimentados y exitosos en sus primeros años. El artículo presenta el modelo de mentoría
para nuevos directores escolares utilizado en Kansas. Dicho modelo tiene como misión el compartir
recursos para apoyar el crecimiento profesional de líderes educativos. A su vez, se creó el instituto de liderazgo
educativo de Kansas que tiene como objetivos:
crear y fortalecer la capacidad de liderazgo en el director escolar;
buscar diferentes opciones a las necesidades de cada escuela; incorporar opiniones
de expertos y profesionales; ayudar a los nuevos directores escolares a
entender las necesidades de la escuela; establecer un plan de cinco años; y
cumplir con los requisitos de licencia del distrito escolar. El Departamento de Educación de Kansas reconoció
dicho instituto como un centro de aprendizaje profesional y consideró que todo
director o superintendente debe cumplir con los requisitos del instituto para
obtener la licencia profesional.
El centro de aprendizaje profesional
aceptado en Kansas como herramienta eficaz de desarrollo de nuevos líderes
educativos diseña seminarios sobre temas de actualidad e iniciativas
innovadoras aceptadas por el estado local y federal. El proceso de desarrollo profesional para los
nuevos directivos escolares está basado en los siguientes principios: formar una visión de éxito académico para
todos los estudiantes; crear una cultura de aprendizaje; desarrollar la
capacidad de liderazgo en otros; y desarrollar relaciones positivas. Asimismo, la mentoría debe ser fundamentada
en: cambiar los procesos y fomentar una
mejor escuela; utilizar datos eficazmente para una atinada toma de decisiones;
y proporcionar el desarrollo profesional.
Bajo este modelo, los directores con logros adjudicados proporcionan sus
conocimientos y experiencias para orientar, guiar y encaminar a los nuevos
directores escolares de acuerdo a las necesidades, fortalezas y debilidades de
sus escuelas.
En la actualidad, existe una
necesidad apremiante de que los escenarios educativos sean guiados por líderes
eficaces ante los retos que enfrenta la educación en un mundo dominado por la
globalización y los constantes cambios. En
ese contexto, Gros et. al. (2013) plantean que:
“Lograr
un aprendizaje de calidad adecuado a las exigencias de la sociedad del
conocimiento y atender estudiantes y familias cada vez más diversos genera
nuevas expectativas en el mundo de la educación en general y en el de los
centros en particular”. (p. 2)
Asimismo,
los escenarios educativos requieren de un clima práctico para lograr con éxito
las metas establecidas. En ese sentido,
el líder educativo debe promover una cultura escolar participativa, democrática
e inclusiva. De acuerdo a Fernández y
Hernández (2013):
“La
escuela del siglo XXI se encuentra con el objetivo ineludible de promover una
educación democrática e inclusiva que garantice el derecho de todos los niños y
jóvenes a recibir una educación de calidad basada en los principios de
igualdad, equidad y justicia social”.
(p. 84)
Los líderes eficaces en el ámbito
educativo promueven escenarios de
desarrollo y crecimiento. Sin
dudas, fomenta un clima educativo adecuado en el que todos los componentes
escolares participan activamente en la consecución de los objetivos
trazados. En ese contexto, un centro
escolar dirigido por un líder democrático, participativo, ético, organizado y
pedagógico garantiza un proceso de aprendizaje efectivo. Asimismo, se da apertura a la institución para
los padres y comunidad en general. De
igual manera, un líder eficaz propone el constante desarrollo profesional de
los docentes para obtener mejores resultados académicos. Para Horn & Marfán (2010)
“las prácticas de
liderazgo afectan de manera directa en la motivación, habilidades y condiciones
de trabajo (a nivel de escuela y de aula) de los profesores, lo que se traduce
en un mejor o peor desempeño docente, el cual a su vez afecta la calidad del
aprendizaje de los estudiantes”. (p. 85)
El artículo de Augustine-Shaw (2015)
expone la necesidad que los líderes educativos reciban mentoría en ese primer
año de ejercicio en su función. Para el
exponente el sistema educativo de Kansas ha adoptado e implantado esta
iniciativa reconociendo dos aspectos fundamentales: las experiencias exitosas deben ser
divulgadas y emuladas por otros para lograr una educación de calidad; y la
necesidad de que el sistema educativo pueda ostentar líderes con estilos de
liderazgo eficaz. En ese sentido, para
Vázquez (s. f.) “existe una relación consensuada entre el buen funcionamiento
de la organización y una efectiva dirección y coordinación”. Asimismo, un liderazgo eficaz es capaz de
llevar a cabo una transformación del centro escolar. Sin dudas, ese primer encuentro entre la
institución educativa y el líder puede marcar el camino hacia el éxito o
fracaso. Por ende, el nuevo líder
educativo debe enfrentar retos y es necesario que pueda obtener las
herramientas necesarias para enfrentarlos exitosamente. Según Juárez (2014), los líderes educativos
necesitan capacitación específica para enfrentar el aumento de funciones,
responsabilidades e implantar estrategias para obtener mejores resultados
escolares.
Del artículo de Augustine-Shaw
(2015) se pueden desprender varias controversias. En primer lugar, la resistencia al cambio en
los entornos educativos puede desatar dificultades para el nuevo director
escolar. Para Quirant y Ortega (2006) la
resistencia al cambio es una conducta natural de las personas y su propósito es
levantar barreras por temor a lo desconocido.
El desafío de atender esa resistencia conlleva determinación, compromiso
y responsabilidad. Cabe señalar, que la resistencia al cambio es
uno de los retos más complejo para el líder y se debe afrontar cuidadosamente
para evitar consecuencias nefastas para la institución. Es necesario reconocer que esta controversia
puede existir en los centros escolares y manifestarse en distintas
modalidades. Por ende, cada director
escolar tiene el reto que asumir la responsabilidad y encarar las situaciones desde
su propia realidad institucional.
Otra controversia que se desprende
del artículo es la carencia de una planificación estratégica en el plantel
escolar. El proceso de mentoría que
brinda un director experimentado al líder nuevo debe estar basado en un plan
estructurado que la institución haya adoptado.
Cada entorno educativo debe presentar hacia dónde se dirige y qué
pretende lograr. Sin dudas, entre las
variables que afectan el quehacer educativo que modelan un centro escolar se
encuentra la planificación estratégica y se considera un indicador fundamental
para lograr los objetivos a corto, mediano y largo plazo (Martín, Mominó y
Carrere, 2013). Asimismo, es
indispensable entender que cada plantel escolar tiene fortalezas y debilidades
que podrían ser distintas a las de otros planteles.
Un centro escolar carente de un
líder eficaz estará destinado a consecuencias infortunadas que incluyen el
fracaso del quehacer educativo. Ante
este escenario, el plantel se enfrenta a un clima escolar negativo que en
múltiples ocasiones es dominado por la violencia. Además, en términos de rendimiento, se podría
visualizar un aprovechamiento académico bajo y docentes dominados por la falta
de motivación. A su vez, existiría una
falta de integración de los componentes escolares provocando un centro
educativo sin norte fijo y metas claras.
Juárez (2014) plantea que:
“Los procesos de gestión
educativa se ven directamente influenciados de acuerdo al estilo de liderazgo
que se ejerza, lo cual provoca un impacto significativo en la comunidad educativa,
esto favorece o entorpece la participación de cada uno de sus integrantes, ya
sean maestros, estudiantes o padres de familia”. (p. 2)
Sin
dudas, los constantes cambios en el mundo suponen un centro escolar cónsono con
las necesidades del alumnado y su realidad social. Por ende, Bolívar (2010) expone que un líder
educativo eficaz debe enfatizar en:
establecer una dirección con visión, metas y expectativas; desarrollar
las capacidades del personal docente; rediseñar la organización con prácticas
que construyan una cultura colaborativa; y proveer los recursos necesarios para
mejorar el proceso enseñanza-aprendizaje.
El artículo de Augustine-Shaw (2015)
presenta la formación del nuevo líder en su rol educativo. El exponente considera que es una iniciativa
de avanzada que promete un mejor desempeño en los planteles escolares donde fue
implantada. Sin embargo, la complejidad
en el desempeño de un director escolar o superintendente supone de estrategias
que brinden apertura a nuevas herramientas para lograr una educación de
calidad. Los líderes experimentados y
exitosos deben compartir sus estrategias para que puedan ayudar a los nuevos
líderes a encaminarse y ser exitosos.
Por ende, el autor está de acuerdo con los planteamientos del artículo
de Augustine-Shaw (2015) reconociendo que todo sistema educativo debe ostentar
un líder eficaz. En palabras de Cuevas y
Díaz (2005):
“la
influencia que estos líderes están llamados a ejercer en sus respectivas
instituciones se produce, entre otras, en varias dimensiones relacionadas con
los procesos de innovación y cambio, la cultura escolar, el desarrollo
profesional del docente y el éxito de los alumnos”. (p. 5)
Ciertamente, el líder educativo debe
estar inmerso en un proceso de formación en sus primeros años. La necesidad que la educación sea
influenciada por líderes eficaces es apremiante y con sentido de urgencia ante
los retos que enfrenta. En ese sentido,
Villa (2015) plantea que es necesario que los directores escolares sean
formados en los diferentes aspectos educativos para llevar a cabo las tareas y
lograr las metas establecidas. Un líder
educativo eficaz debe presentar cualidades esenciales para ser exitoso. En primer lugar, debe ser democrático y
participativo para que la toma de decisiones sea fundamentada en la realidad
del plantel. En este aspecto, Chamorro
(2005) indica que “el líder democrático establece fuertes y abiertas líneas de
comunicación de tal forma, que todos los miembros del grupo puedan participar
plenamente de las actividades”. (p.
23). Asimismo, el líder eficaz debe
ostentar un estilo de liderazgo que conduzca a la transformación del centro
escolar. En ese contexto, Bolívar (2010)
plantea que “la capacidad para mejorar un centro escolar depende, de manera
relevante, de equipos directivos con liderazgo que contribuyan a dinamizar,
apoyar y animar, que aprenda a desarrollarse, contribuyendo a construir la
capacidad interna de mejora”. (p. 2) Finalmente, es indispensable que líder pueda
comprender, aceptar y adaptarse a los entornos educativos con contextos
sociales complejos. Cónsono con lo
expuesto, Bolívar (2010) indica que las instituciones educativas exitosas
logran adaptarse a esos contextos sociales porque aprenden a desarrollarse y
hacer frente al cambio.
Referencias
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