lunes, 15 de diciembre de 2014

Un liderazgo efectivo conduce a un mejor ambiente de trabajo

Por Heriberto Rodríguez Adorno


El liderazgo representa uno de los factores centrales, para la consecución de las metas organizacionales y para un mejor ambiente de trabajo.  Por eso, resulta imprescindible conocer las habilidades necesarias para su óptimo desempeño.  Dirigir grupos de personas dentro de una organización es una tarea compleja, la cual requiere el análisis y las herramientas necesarias para facilitar dicha labor.  Un equipo de trabajo coordinado y unido puede enfrentarse con éxito al desempeño de sus funciones.  Por tal motivo, el clima de trabajo es determinante en la satisfacción y en la motivación de las personas que lo integran.  Actualmente, se sabe que los distintos estilos para liderar pueden generar efectos positivos y negativos en la cultura y en el clima de una organización. Por lo tanto, es necesario efectuar una revisión del liderazgo, con el fin de mejorar la calidad, la eficacia y la eficiencia organizacional.  El liderazgo se considera como una función más del equipo de trabajo.  Esto implica la necesidad que los gerentes y directivos aprendan las técnicas necesarias para:  la óptima solución de los conflictos, la negociación, la participación democrática en la toma de las decisiones, la empatía, las habilidades comunicativas efectivas, la delegación de las funciones con el fin de ejercer un liderazgo compartido.  En resumen, las herramientas orientadas a lograr eficacia en la gestión y en la dinámica de los grupos. 
Los cambios en las técnicas productivas y de servicios imponen funcionamientos laborales cada vez más dinámicos y competentes.  Es importante que los objetivos de la organización sean asumidos como propios, que la visión, la misión y los valores sean aceptados y compartidos por todos los miembros de la organización.  El líder de una organización debe ser capaz de que los miembros que la integran, interioricen las metas como propias.  Por su parte,  las organizaciones deben ajustarse a los procesos variables que ocurren en el mundo, liderar el cambio para así mantenerse en el mercado global, tener ventajas competitivas, ser flexibles e innovadoras.  Por tal razón, el cambio organizacional se ha convertido en una prioridad de atención de las instituciones y organizaciones eficaces.  Lefcovich (2006) expresa que los cambios tecnológicos, preferencias de clientes y consumidores, la reglamentación gubernamental, el incremento en los costos, los valores y capacidades de los empleados son algunas de las amenazas para la existencia organizacional.
Para Aguilar, Pereyra & Alcázar (2003) el cambio organizacional se define como la capacidad de adaptación de las organizaciones a las diferentes transformaciones que sufre el medio ambiente interno o externo, y que se traduce en un nuevo comportamiento organizacional.  Asimismo, Quirant & Ortega (2006) en su artículo El cambio organizacional:  la importancia del factor humano para lograr el éxito del proceso de cambio, establecen la importancia del factor humano para lograr el éxito del proceso de cambio.  Además, expresan que se deben entender cinco puntos básicos en todo proceso de cambio:  el personal necesita tiempo para ajustarse, comprender y comprometerse con el proceso; muchos son los pasos a realizarse para preparar el personal para el cambio y no lo perciban como amenaza; consultar e informar de los logros que se van consiguiendo;  ser claros con los empleados; y negociar con los que se oponen al cambio, pero que ambas partes se beneficien.  Según el artículo, el cambio sistemático es el más adecuado porque transforma sin prisa y analiza cada paso dado y corrigiendo errores.
Existe una estrecha relación entre el liderazgo, clima organizacional y el cambio.  El líder de la organización debe asegurarse de que cada miembro se adapte a las nuevas circunstancias y provocar que cada afectado por el cambio participe activamente en el proceso.  Es importante reconocer el desempeño del clima organizacional en los procesos de cambio.  Para esto, al líder le corresponde mantener una buena comunicación con los miembros de la organización, velar por una mejor ejecución de las tareas, fomentar procesos de interacción personal y grupal para la satisfacción de todos.  Chiavenato (1992) indica que el clima organizacional constituye el medio interno, la atmósfera psicológica característica que existe en cada organización, involucra aspectos como el tipo de organización, la tecnología, políticas, metas y reglamentos internos (factores estructurales), actitudes, valores y forma de comportamiento.  En síntesis, el clima de una organización establece la personalidad de la misma y condiciona el proceder de los miembros, sus políticas de dirección, el estilo de liderazgo y los modos de comunicación.
Toda institución trabaja para lograr el desarrollo de la misma y se convierte en el instrumento por excelencia para el cambio en busca de una mayor eficiencia organizacional.  Quirant & Ortega (2006) dividen ese cambio organizacional en fases.  La primera es la de preparación del cambio en la cual la dirección de la empresa debe comenzar por diagnosticar el problema que está impidiendo a la organización avanzar hacia los objetivos deseados.  Como segunda fase indican que se debe implementar el cambio y para esto es importante comunicar la visión, facultar los empleados y generar logros a corto plazo.  La tercera fase es la de seguimiento del cambio para continuar con el movimiento de la organización hacia nuevas visiones y más ambiciosas que las anteriores.  El modelo de cambio que expone Lewin (1939) define el mismo como una modificación de las fuerzas que mantienen el comportamiento de un sistema estable.  Establece tres etapas:  descongelamiento en la que se prepara a la organización para que vea la necesidad de cambio y acepte que es necesario; cambio o movimiento que consiste en tomar una posición dentro de la organización con respecto a patrones de comportamiento y hábitos; y recongelamiento que se estabiliza a la organización en un nuevo estado  de equilibrio donde se acude a la cultura, las normas, políticas y estructura organizacional.
Por otra parte, el artículo de Quirant & Ortega (2006) expresa que en la organización existe la resistencia al cambio.  Indica que es la conducta natural del ser humano ante cada situación de cambio, ante cada propuesta diferente, ante todo aquello que dista en alguna medida de nuestro esquema de pensamiento y de acción vigente.  Existen tres (3) tipos de resistencia al cambio:  resistencia lógica, resistencia psicológica y resistencia sociológica.  Además, identifica siete factores que influyen en la resistencia al cambio:  económicos, incomodidad, incertidumbre, simbología, relaciones personales, resentimiento y actitud de los sindicatos.  Owens (2010) indica que la aceptación al cambio está relacionada con el grado de participación que tengan los miembros de la colectividad.  Por tal razón, tener una resistencia al cambio de gran magnitud en la organización podría representar el fracaso de la misma.  Esto sugiere una planificación estratégica para el cambio que involucre el sistema, el agente de cambio y el cambio deseado.
Asimismo, el proceso de cambio planificado tiene cinco etapas:  diagnóstico de la situación; determinar la situación deseada; determinar los planes de acción a seguir; ejecutar las acciones y la evaluación de los resultados.  Quirant & Ortega (2006) plantean tres tácticas que pueden prevenir los efectos negativos de la resistencia al cambio.  La primera es la de sensibilizar al cambio a través de la capacitación de los empleados y la comunicación abierta con ellos.  Otra táctica es lograr el compromiso de los empleados a través de su participación en lo que se desea como institución.  La tercera táctica es ofrecer una amplia gama de esfuerzos de apoyo.
En la actualidad es necesario que las organizaciones diseñen estructuras más flexibles al cambio y que el mismo se produzca como consecuencia del aprendizaje de sus miembros.  Esto implica generar condiciones para un mejor desempeño, comprendiendo que aprender en equipo es valorar el trabajo y adaptarse al cambio con una visión de innovación.  Las organizaciones exitosas tienen como denominador común la calidad de sus líderes porque su alto nivel de capacidad y tener libertad de pensamiento le permiten administrar el cambio con visión proactiva.  El líder de una organización debe percatarse de que el medio ambiente laboral forma parte del activo de la empresa y debe valorarlo para lograr la mayor motivación posible de los empleados.
Finalmente, el cambio es el protagonista de todas las organizaciones.  La institución que no se adapte al mismo es camino seguro al fracaso.  Los cambios son las nuevas tendencias y actitudes de la organización, tanto así que la probabilidad de algo único hoy, mañana será diferente.  El ambiente que envuelve a las organizaciones está en continuo movimiento y exige una elevada capacidad de adaptación para que éstas se enfrenten a un entorno inestable de cambio constante.  Se debe adoptar rápida y eficazmente a los cambios que se realicen ya que los mismos afectan la estabilidad de la institución.  Un proceso de cambio planificado adecuadamente implica lograr una transformación personal para que los miembros de una organización estén más alertas y flexibles para asegurarse que sea de beneficio.  Según Robbins (1999), las organizaciones exitosas son aquellas que pueden cambiar en respuesta a la competencia.  El proceso de cambio debe envolver todas las actividades posibles dirigidas a ayudar a la organización en adoptar exitosamente nuevas ideas y nuevas formas de trabajar.


 Referencias
  • Aguilar, M., Pereyra, L., Alcázar, R. (2003).  Cultura y Clima Organizacional. 

Recuperado de http://slmeaduny.uny.edu.ve/virtual/file.php/373/momento_1/cultura_y_cllima_organizacional_doc.pdf
  • Chiavenato, I. (1992).  Introducción a la Teoría General de la AdministraciónMéxico: 

Mc Graw Hill.
  • Owens, R. & Valesky, T. (2010).  Organizational Behavior in Education:  Leadership and

         School Reform. (10ed.).  Prentice Hall.
  • Robbins, S. (2007).  Comportamiento organizacional.  (11ed.).  México:  Pearson

Educación.
  • Velázquez, F. (2008).  Conducta organizacional en educaciones educativas:  un enfoque


distinto.  Puerto Rico:  BiblioGráficas.

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